Relic demuestra una vez más la capacidad del cine de terror para funcionar a un nivel más metafórico que, digamos, factual. En este caso, la ópera prima de Natalie Erika James —apoyada por nombres tan relevantes tras la producción como los del actor Jake Gyllenhaal o los hermanos Russo— escenifica la degeneración física y mental de la matriarca de una familia, afectada de una enfermedad mental, en clave de película de casa encantada, de horror casi metafísico.
No hay que irse al etiquetado como "elevated horror" para encontrar películas recientes que han cultivado desconfianza en la senilidad, caso de El Padre (en el ámbito del drama) o La visita de Shyamalan, esta última de una manera más festiva. Relic apuesta por otro registro más puro, pero a la vez manipulador: la película representa la demencia con recursos típicos del género, desde ruidos guturales a fugas oníricas, reescribiendo el drama con una fotografía gótica y una banda de sonido acorde a la metáfora doméstica: bañeras que desbordan, frutas podridas, sillas vacías… La hostilidad intramuros.
El problema de Relic, hasta un desenlace que efectivamente sí resulta conmovedor y terrible, es que en ocasiones su mirada terrorífica sobreescribe, fuerza la maquinaria, y ese drama familiar no se refuerza sino que se desdibuja. No es más que un recurso para cultivar la duda y cierta confusión en el espectador, por mucho que su media hora final (y en especial su desenlace, con ese bucle pesadillesco sacando de Hideo Kojima hasta un desenlace emocional) resulte mágico y poderoso. Pros y contras de una película un tanto desequilibrada pero interesante que sitúa a Natalie Erika James como un nombre a considerar.
Relic se estrena en cines españoles el 12 de marzo.