Hace unas semanas, las palabras de Mikel Azpeitia, expárroco de Lemona, diciendo entre otras cosas que ante el asesinato de a dos guardias civiles delante de su iglesia no sabía a qué atenerse —"por una parte te alegras porque piensas que su merecido se llevan y, por otro lado, jo, pero no está bien"—, llenaron las portadas de los periódicos y levantaron un gran revuelo. Eran palabras recogidas por Iñaki Arteta en su último documental, Bajo el silencio, que se estrenará este viernes 13 de noviembre en los cines Embajadores, después de una gran primera acogida durante la SEMINCI de Valladolid.
Se trata de un trabajo que se suma a todos los que están apareciendo en las últimas semanas y que se centran en la actividad de ETA. Pero con una peculiaridad. Arteta no mira al pasado únicamente, sino que se centra en el presente y en cómo, pese a la disolución de la banda terrorista, los ideales que un día llevaron a tantos vascos a defender la violencia siguen intactos en muchos de los sectores más radicales de la comunidad. Bajo el silencio señala así una "enfermedad", en palabras del realizador a este periódico, que sigue padeciendo parte de la sociedad vasca y que no se curó nunca con el abandono de la "lucha armada".
Por la pantalla desfilan exetarras, políticos, víctimas, docentes de ikastolas y universidades y vecinos que vivieron los peores años del terrorismo, para poner de manifiesto que muchos de ellos no sólo se niegan a mostrar un arrepentimiento explícito, sino que siguen convencidos de que los atentados tenían justificación.