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Crítica: 'Los Nuevos Mutantes', con Anya Taylor-Joy y Maisie Williams

Se estrena Los Nuevos Mutantes, tras no pocos problemas. ¿Y saben qué? La película se defiende.

Los nuevos mutantes | Fox

¿Quién ha dicho que una película Marvel de los X-Men tiene que ser aparatosa? Los Nuevos Mutantes de Josh Boone trata, desde su misma concepción, de abordar el género superheroico desde una perspectiva distinta, la del terror psicológico y el drama juvenil. Enmarcada dentro del universo mutante iniciado hace ya décadas por Bryan Singer en X-Men (2000) y continuado con las precuelas que finalizaron el verano pasado con Fénix Oscura, la película apuesta por El Club de los Cinco y Pesadilla en Elm Street 3 como principales referentes en un relato cerrado y de suspense que trata de aportar sangre nueva a una franquicia en decadencia. Pero esperen, que aún hay más que contar de una película que nació con un arma apuntando directamente a su cabeza.

A los múltiples problemas de producción ya en el seno de Fox, que trató de reformular la obra y atrasó su estreno en numerosas ocasiones, se unió un nuevo varapalo a Los Nuevos Mutantes, que quedó atrapada literalmente en la compra del estudio a manos de Disney (que detentaba ya los derechos del resto de personajes Marvel salvo Spider-Man). Que esta película ya modesta desde su misma concepción haya salido en cines tras muchos meses dando vueltas, en lugar del streaming de Disney Plus. es un milagro solo atribuible al escaso interés de su nuevo estudio en promoverla más que como un conejillo de Indias sobre la asistencia a las salas tras la pandemia vírica. Porque sí, a Los Nuevos Mutantes aún le quedaba un tercer varapalo por sufrir en los albores de su estreno: el dichoso coronavirus, que de nuevo retrasó y modificó (por enésima vez) el estreno y las expectativas de una película que, con sus defectos, desde luego no merecía este maltrato.

Que Los nuevos mutantes tenga música de Mark Snow ya es pista suficiente para lo que nos encontraremos en ella. Snow, autor de la partitura de la célebre serie Expediente X, aporta un estilo misterioso e intimista a una película que transcurre por senderos y paisajes interiores. Para empezar, todo tiene lugar en un hospital abandonado y habitado únicamente por cinco jóvenes encerrados con la Dr. Cecilia Reyes (Alice Braga), la única encargada de su cuidado y vigilancia antes de, según les insiste, entrar a formar parte de la mítica escuela del profesor Charles Xavier. La película en todo momento (el prólogo está narrado desde el punto de vista subjetivo de Blu) renuncia al macroespectáculo y la exhibición tecnológica y apuesta por un intimista terror paranoico y "teen" encerrado entre cuatro paredes, coherente metáfora de esas terapias de conversión para "reconducir" homosexuales que tan bien se integran en el libro de estilo de la franquicia.

Basándose en el relato La saga del oso místico, de los míticos Chris Claremont y Bill Sienkiewicz, estamos ante una estimable película que, lejos de mostrarse redonda (nada oculta que a la producción se le retiró el enchufe desde su misma concepción), sí está bien contada y, sobre todo, se desarrolla de una manera honesta y óptima. Al contrario de la última Los 4 Fantásticos, que sufrió similares problemas también en Fox (y de ahí sus terribles lagunas narrativas) el trabajo de Josh Boone transcurre con cierta falta de fuerza pero sí una apreciable honestidad a lo largo de un ajustado metraje de 94 minutos que, efectivamente, hubiera necesitado de una set-piece aquí y un final más explosivo. En definitiva, solo un poquito más.

Que falte la guinda no significa que lo que haya esté mal. Al contrario, Boone ha realizado un trabajo de pulimento notable en un panorama desolador, el descrito en el segundo párrafo. Afortunadamente, todo en Los nuevos mutantes es comprensible y, sobre todo, sensible, en tanto dedica el tiempo a cuidar a sus personajes y generar inquietud con su destino final. El romance entre Rahne (Maisie Williams demostrando que hay vida después de Juego de Tronos) y Danielle (Blu Hunt) es de una normalidad y sensibilidad conmovedora, y la actitud de la impagable Anya Taylor-Joy en los anticlimáticos pasajes finales, donde actriz y personaje demuestran su talento para la acción, resultan ejemplos perfectos de esa eficacia (mermada, pero no por falta de talento) que la película conserva, a pesar de los pesares.

Lo que queda es un film de fantasía y superhéroes que remite, en su modestia, a terrores adolescentes ochenteros y que parece un capítulo doble de Buffy Cazavampiros (a la que cita explícitamente) o la mentada Expediente X. Referencias que, en realidad, son muy queridas de su director (que remata ahora la adaptación de Apocalipsis de Stephen King) y que forman parte de la memoria sentimental del fan verdadero, de aquel un tanto cansado ya del cine aplanado y de franquicia. Lo dicho: no está tan mal para ser una película renegada.

Los Nuevos Mutantes ya está en cines.

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