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El rodaje en el que Concha Velasco bañó a un Michel Piccoli completamente desnudo

El actor francés ha fallecido a la edad de 94 años.

El actor francés ha fallecido a la edad de 94 años.
Concha Velasco y Amparo Soler Leal bañan desnudo a Michel Piccoli en 'París-Tombuctú' | Archivo

Seis días han tardado los deudos del gran actor francés Michel Piccoli en dar noticia de su muerte, acaecida el pasado 12 de mayo en su casa de Saint-Philbert-sur- Risle, a la edad de noventa y cuatro años. No se han dado explicaciones del por qué de esa tardanza, que ningún medio de comunicación ha podido remediar hasta este lunes, día 18. El fallecimiento de Michel Piccoli se ha producido por un accidente cerebral, en brazos de su última esposa, Ludivine, y en presencia de sus dos hijos, de corta edad, que adoptaron, de origen polaco.

Michel Piccoli tenía una larga relación con la cinematografía española, visitaba de vez en cuando nuestro país, normalmente por cuestiones de trabajo. Uno de sus mejores amigos fue Luis García Berlanga, que lo invitaba incluso a una finca que poseía con alguien más en Cuenca. El caso es que también simpatizó en seguida, nada más conocerse, con Luis Buñuel.

Nacido en París en el seno de un matrimonio de origen italiano y dedicación musical (el padre violinista y la madre pianista) destacó ya de niño por su afición a actuar en los escenarios. Su debut se produjo a los nueve años. Toda su vida estaría presidida por esa inclinación teatral, aunque ello se limitó prácticamente a Francia, su país, en tanto que el cine iba a proporcionarle una notoriedad más extensa, sobre todo en Europa y también en otras latitudes. Sus personajes solían fluctuar entre el misterio y la seducción. En la vida real ocultaba detalles íntimos, eludía en las entrevistas cualquier dato acerca de sus amores y vida conyugal, jactándose así de tal comportamiento: "Me gusta el secreto, la discreción, soy reservado y en general no diré nunca al respecto exactamente lo que pienso". A la hora del obituario, me ha costado conocer alguno de esos escondidos detalles.

Por ejemplo, no hay referencias sobre su primer matrimonio con la actriz Eleonore Hirt, celebrado en 1954. Tuvieron una hija, Anne-Cordelia, dato que apenas ha figurado en las biografías del actor. Tampoco se conocen interioridades del segundo, con la musa del existencialismo, Juliette Greco, interesante intérprete de bellas canciones, muy seguida por la intelectualidad francesa de los años 60 y 70, con la que convivió entre 1966 y 1977. Claro que se sabía que estaban casados, pero en la prensa no solían contar ninguno de los dos nada que pudiera interesar al gran público: sólo sus actividades artísticas. En cuanto a su tercera y última boda con la guionista y escenógrafa Ludivine Clerc, tuvo lugar en 1980 hasta el presente. Queda dicho que adoptaron dos niños.

Con Buñuel rodó en 1956 una película ya olvidada, Muerte en el jardín, donde interpretaba el papel de un sacerdote. El genio de Calanda lo tuvo a sus órdenes en las siguientes películas, que cualquier cinéfilo identificará al momento: Diario de una camarera, Belle de jour, La vía láctea, El discreto encanto de la burguesía y El fantasma de la libertad. Todas ellas fechadas en la década de los 60 hasta la última, en 1974. Claude Sautet, experto en comedias de intriga, lo dirigió en Las cosas de la vida, junto a la encantadora Romy Schneider, y Max y los chatarreros. Y el siempre provocador Marco Ferreri contó con él para La gran bouffe. También lo eligió Berlanga para Tamaño natural, en 1974, donde Piccoli era un dentista parisino que adquiere una muñeca de poliuretano, que al inflarse tomaba el tamaño de una mujer, con la que mantenía una "relación" sexual, más satisfactoria que con su propia esposa. A título anecdótico, aquella muñeca la adquirió Berlanga al verla en el almacén de una fábrica de maniquíes, la habían desechado para utilizarla comercialmente y él se la quedó, llevándosela al apartamento que había adquirido en París, durmiendo incluso con ella durante medio año, el tiempo en el que iba meditando cómo escribir junto a Rafael Azcona el guión de la mentada película Tamaño natural.

A pesar de su apariencia seductora, la media sonrisa que exhibía, no fue Michel Piccoli el clásico galán maduro que se enamora de sus compañeras de reparto. Concha Velasco refería, con buen humor, que no debió gustarle al actor francés cuando rodaron en 1999 París-Tombuctú en Peñíscola, que tantos buenos recuerdos le traían al director de esta cinta, Luis García Berlanga en colaboración con José Luis, uno de sus hijos. Una de sus secuencias más llamativas fue aquella en la que al aire libre el personaje de Michel Piccoli, completamente en pelotas, accede a ser bañado por dos mujeres, que eran las estupendas actrices Concha Velasco y Amparo Soler Leal, la esposa del productor, Alfredo Matas. Contó la vallisoletana que Piccoli se maquilló todo el cuerpo para esa escena, aunque luego le lloviera el agua de la improvisada ducha. Y que fuera de sus parlamentos, Michel apenas le hablaba. Era muy introvertido o así le pareció a Concha. Desde luego la prensa francesa lo trató a veces de extravagante. Reconociendo desde luego su gran cultura y el rasgo de su fina ironía.

No se han puesto de acuerdo algunos cronistas a la hora de cuantificar el número de películas que rodó: para unos, ciento setenta y seis; otros señalan que doscientos treinta. Probablemente éstos últimos incluyen en la lista treinta y tres cortometrajes en que intervino. Cuarenta y nueve son las obras de teatro representadas. Y bastantes apariciones en la televisión francesa. Ejerció de guionista también, y en tres ocasiones se arriesgó a ser productor, lo que le ocasionó deudas que hubo de enjugar con sus trabajos de actor. Era de filiación izquierdista. Al cumplir los noventa años decidió publicar unas inteligentes memorias utilizando el método del diálogo, con varias conversaciones sostenidas con quien fuera director del Festival de Cannes, Gilles Jacob. Manifestaba allí sus muchos sueños, el más constante su afán de seguir siendo actor. El físico lo acompañó hasta no hace mucho, cuando le quedaban pocos cabellos, ya blanquecinos y había engordado demasiado. Su última gran interpretación en el cine, del que se despidió en 2015, fue cuatro años antes, en Habemos Papam, una sátira vaticanista del realizador Nino Moretti. Desde entonces hasta su muerte, Michel Piccoli ya estaba alejado de los focos y de las vanidades del Séptimo Arte, aunque él mantuviera su habitual desapego por eso que llaman fama y otros con más verosimilitud, popularidad.

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