Antes de los chanantes ya había risa en Albacete. La de José Luis Cuerda (1947-2020). Aunque su primera película absurda fuera El bosque animado (1987), una extraordinaria adaptación de la novela del también extraordinario Wenceslao Fernández Flórez. Con ese bandido Fendetestas (Alfredo Landa) que se hace amigo de Fiz de Cotovelo (Miguel Rellán), alma en pena que le hunde el negocio porque la gente le tiene miedo y coge otro camino, no pudiendo Fendetestas asaltar a nadie. Claro que era productor de un desconocido Amenábar y tenía películas muy serias, como La lengua de las mariposas o Los girasoles ciegos, pero una es más de sus películas chorras y de sus libros. De sus inteletos (como en su tierra se llamaba a las ocurrencias), como los de Me noto muy cambiá (Pepitas de Calabaza). De sus Memorias fritas (Pepitas de Calabaza): "No había término medio: o los curas nos tundían a palos o nos acariciaban mimosos". De Si amaestras una cabra llevas mucho adelantado (MR Práctica). "¿Quién no lleva una cabra dentro? Una cabra puede ser un disgusto, una obsesión, un objeto de deseo, un tesoro. Tarde o temprano sentimos la necesidad de dialogar con la cabra que llevamos dentro y convencerla de que entre en vereda... El milagro de convertir en letras, palabras o frases lo que fragua el pensamiento-cabra se produce con la doma de las ideas- cabra", escribía en ese libro.
Seguramente, Miguel Rellán y otros actores notables pensaban que había una cabra como una cabra dentro de Cuerda. "Cuando estábamos rodando Amanece que no es poco, sobre todo los de mayor edad como Rafael Alonso, Cassen o Saza, nos preguntábamos dónde estaba la cámara de Inocente Inocente. ¿Vamos hacer esto? ¿Esto es de cachondeo, no? ¿Se va a estrenar? Nos van a echar de España, decíamos… Hubo actrices y actores que rechazaron trabajar en esa película", ha contado Rellán, que era Carmelo, el borracho que se desdoblaba. También ha contado que su más célebre frase no estaba en el guión. Que cuando hacían cola para emborracharse escoltados por la guardia civil, llegó Cuerda y le obligó a decir lo de "¡Pues parece que me voy a sacar la chorra!". Rellán pensaba que eso no lo iba a incluir en el montaje final.
Cuerda era un tipo normal y peculiar. Pero su padre también. Era jugador de póquer profesional y conductor de Dodge Dart. El padre ganó en una partida un piso a estrenar en el paseo de la Habana a uno de los constructores más importantes del país. Fue al colegio con Barbacid e hizo el Preu de letras en el Liceo Anglo Español del señor Verdú, que les invitaba a Vega-Sicilia y resultó ser el abuelo de Maribel (nunca ha estado la Verdú más guapa que paseando por Orense en Los girasoles ciegos).
Con Total (para la televisión y donde también estaba Rellán), con El bosque animado, con Amanece que no es poco, con Así en el cielo como en la tierra ("Un buen apocalipsis no hace mal a nadie", dice Jesucristo-Jesús Bonilla convenciendo a Dios-Fernando Fernán Gómez de cómo solucionar los males del mundo) o con la última, Tiempo después, José Luis Cuerda construyó un mundo propio. Como lo tenía Berlanga, como lo tiene (o tenía) Almodóvar. El surruralismo que él creó. Todos somos contingentes, Cuerda era surruralista.
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