Quien más, quien menos, cuando empieza a peinar canas busca fórmulas para retrasar la vejez. Aparentar que se tienen menos años. Al menos, de cara a la galería, se puede conseguir ese llamemos "milagro" siguiendo la experiencia reciente de dos extraordinarios actores, tal vez los mejores o más carismáticos de su generación: Al Pacino y Robert de Niro. Les revelo cómo han logrado en su última película "quitarse" de encima treinta o cuarenta años: recurriendo a técnicas digitales, con elaborados sistemas, que han dado un resultado impactante. Ellos mismos cuando "se contemplaron" en la pantalla, coincidieron en que recuperaban su segunda juventud. Claro que son solamente imágenes trucadas por así decirlo. La realidad es que después, al salir de la sala de proyección, ambos fueron al cuarto de baño y se miraron al espejo.
Todo se debe a su última película, que se estrenó en España este 15 de noviembre y a finales de mes a través de Netflix. Esa multinacional es la que ha financiado el largometraje, aportando un considerable costo: ciento cincuenta millones de dólares y más semanas de rodaje de las siete u ocho que son las habituales. El director, Martin Scorsese no ha tenido más remedio que recurrir a esa productora todopoderosa al no hallar financiación por otros medios cinematográficos. Ni en los estudios ni en los bancos. Hollywood, hace tiempo que dejó de ser lo que era hace setenta años. La razón por la que "se han rejuvenecido" Al Pacino y Robert de Niro, a los que reclutó Scorsese para unirse a su proyecto, no sin superar dudas y retrasos, obedece a que sus personajes en El irlandés abordan dos épocas de su vida: cuando tienen cuarenta años y en decenios sucesivos.
Los tres proceden de familias que emigraron de Italia a los Estados Unidos. Los tres han vivido muchos años en Nueva York, aunque Al Pacino huyendo del frío invernal hace tiempo que se compró una mansión en Los Ángeles. Y sobre todo el director y De Niro han filmado bastantes historias sobre la Mafia, que es el eje de El irlandés. El argumento parte de una historia real con elementos supuestos sobre la misteriosa desaparición de Jimmy Hoffa, líder del influyente sindicato de camioneros, a quien Robert Kennedy lo tenía en la diana para acabar con sus actividades mafiosas. Pero Hoffa sobrevivió al responsable de la Justicia de los Estados Unidos: la última vez que se le vio con vida fue un día de 1975. No se supo más de él. Los investigadores del caso sostuvieron que quien acabó con la vida del sindicalista era Frank Sheeran, El irlandés. Y sobre ese argumento gira la acción de la película, en la que De Niro es ese personaje en tanto Al Pacino se mete en la piel de Hoffa.
Viene a ser un duelo interpretativo entre ambos actores. La cuarta vez que coinciden en un reparto. Robert tiene dos Óscar en su haber, con una filmografía en la que destacan sus apariciones en Taxi Driver, Toro salvaje, Casino, Uno de los nuestros, El cabo del miedo... Al Pacino sólo consiguió una estatuilla dorada, pese a estar nominado en cuatro o cinco ocasiones más, con un listado no menos importante de películas, desde Serpico, la saga de El Padrino (magnífico en su papel de Michael Corleone), Heat, Asesinato justo, Scarface, Tarde de perros... Dicen ser buenos amigos, aunque no menos cierto es que se ven muy poco. Hay mucha gente que los confunden, incluso físicamente, adjudicándoles trabajos a uno que son del otro. A mi modo de ver son diferentes, en su estilo y en su vida.
Al Pacino le lleva tres años. Ambos son de Nueva York, ya dijimos. Su vida estuvo marcada por la separación de sus padres, cuando él sólo contaba dos años. Con su madre, tuvo que irse a vivir con los abuelos maternos. Su infancia, adolescencia y primera juventud no fueron fáciles. Le costó alcanzar su notoriedad, primero en el teatro y ya en el cine. Serpico le supuso el trampolín que buscaba para darse a conocer como una figura de la pantalla: aquel policía que rastreaba las calles mezclándose con delincuentes peligrosos hasta desenmascararlos. Luego, en su vida personal ha sido un conquistador que nunca ha querido comprometerse cuando alguna de ellas le pedía casarse. Continúa soltero y no parece que ninguna Eva le haga cambiar de opinión. Su romance con Diane Keaton, a la que conoció rodando El Padrino, fue muy sonado. Luego ha tenido otras amantes a porrillo: la profesora de interpretación Jan Tarrant, que le dio una hija, Julie; la actriz Beverly D lo, madre de sus dos hijos; Lucila Polak, que ha sido su amor durante los últimos años, argentina de nacimiento, a quien dejó en 2018. Y entre medias, más ligues, entre los que anotamos, por ser los nombres más conocidos, los de las actrices Marthe Keller y Kathleen Turner.
Al Pacino da siempre la impresión de estar constantemente medio cabreado. Se protege de cualquier intromisión de periodistas en su círculo privado. Robert de Niro suele ser más amable y sonriente que su colega, aunque asimismo conceda escasas entrevistas, limitándose a sus encuentros en ruedas de prensa con ocasión de alguno de sus estrenos. Fue así como lo conocimos en Madrid cuando vino a presentar Toro salvaje, la vida de un lejano boxeador llamado Jake La Motta. Creo recordar que permaneció contestando nuestras preguntas alrededor de tres cuartos de hora, que es mucho cuando tratamos con estrellas. Él proviene de una familia de emigrantes italianos, pero avenidos, que le dieron a Bob una educación lo más estable posible. En cuestión de amores ha sido más fiel y constante que Al Pacino, combinando esposas con amantes, aunque en general responda también al arquetipo del "donjuán".
El año 1976 contrajo matrimonio por primera vez, con Diahnne Abbott. Fueron padres de un niño, Raphael y él adoptó una hija de ella, Drena. Duraron hasta 1988. Al año siguiente Robert se buscó una sustituta, sin pasar por la vicaría ni los juzgados, la modelo Tonkie Smith. Recurrieron a un "vientre de alquiler" y por medio de la fecundación "in vitro" tuvieron dos gemelos. Aquella pareja se separó en 1993, tras cuatro años de convivencia. Suponemos que no le faltaron otras mujeres en los años siguientes, hasta que en 1997 pensó "sentar la cabeza" celebrando su segundo desposorio con una ex azafata y actriz de color, llamada Grace Hightower. Su unión fue la más prolongada, tras alumbrar un niño y luego tener una niña también por otro "vientre de alquiler". Y a menudo trifulcas y disputas durante un periodo de tiempo, hacia 2004. En un arranque de fidelidad, pues supuestamente la engañaba, le prometió renovar sus votos matrimoniales. Así lo hicieron, mas en 2018 se dijeron adiós. Puede que entre otras dificultades de la pareja a Robert le afectara la muerte de su padre por una grave enfermedad, que luego él tuvo que también padecer: cáncer de próstata. A menudo tiene que acudir a revisiones periódicas. Y mientras el cuerpo aguante, tanto él como Al Pacino se consideran muy felices, satisfechos de continuar con su profesión. Que sea por mucho tiempo.