En este último fin de semana ha fallecido en la localidad suiza de Genolier quien fue una de las más misteriosas y fascinantes cantantes-actrices francesas: Marie Laforet. Tenía ochenta años cumplidos en el mes de octubre y llevaba ya retirada largo tiempo. No se ha conocido la causa de su muerte.
Su nombre aún era recordado en Francia, en razón desde luego de su nacimiento en el sudoeste del país galo, aunque hacía tiempo que se había nacionalizado suiza, imagino que huyendo del Fisco, tan amenazante para las fortunas de clases medias altas, como ya hicieron otros artistas: Aznavour, Depardieu, Delon… En España el nombre de Marie Laforet es más que probable que no diga nada a las nuevas generaciones, aunque quiero creer que los cinéfilos de pro aun la recuerden en A pleno sol, que marcó su debut en la pantalla. Lo mismo que en el mundo de la canción melódica haya todavía quienes puedan evocar su maravillosa, dulce, romántica y sensual voz, al menos en un par de melodías que en los años 60 se escuchaban en nuestras emisoras de radio: Les vendanges de l´amour, aquí traducida libremente como Y volvamos al amor, y La playa.
Cuando la conocí me contó que sus abuelos eran de Sabadell, dato ignorado en las biografías que he consultado. Cultivaba un español fluido, consecuencia de esos ancestros. Una mujer tímida, que hablaba lo justo, con una mirada tan luminosa como penetrante que resaltaba en su atractivo rostro. Con razón en nuestro vecino país fue conocida como "La muchacha de los ojos de oro", en razón asimismo de que con ese título había rodado una película basada en una historia de Honorato de Balzac.
Había algo de melancolía también en esos bellos ojos de María Laforet. Quizás un recuerdo que la acompañó siempre: con sólo tres años de edad fue violada por un vecino del bloque de casas donde vivía con su familia, ausente su padre, encarcelado aquel 1942 en un campo de concentración nazi. Tardaría años Marie en superar aquel dramático suceso. A ello le ayudó su llegada al mundo artístico, al que se incorporó muy joven de manera algo rocambolesca.
La muy influyente Radio Europa número 1 había convocado un concurso, "Nacimiento de una estrella", con el objetivo de descubrir un nuevo rostro para el cine francés. Iba a presentarse una hermana suya, pero Marie la suplantó. Y resultó la ganadora del certamen al que se habían presentado tres mil ilusionadas jovencitas. El premio era aparecer en una película. La que estaba prevista no llegó a rodarse, pero en su lugar, Marie Laforet apareció imprevistamente en otra, la antes mencionada A pleno sol, que tuvo un afortunado recorrido comercial. La estrella era Alain Delon, que fuera del rodaje se mofó de la recién llegada. Muy propio de un chulo como a menudo se comportaba siempre el galán francés, tan soberbio como lo conocimos, y así también calificado por alguno de sus hijos en un libro. Pero el caso es que aquel filme fue un trampolín para la incipiente actriz, que llegó a intervenir en una larga treintena de películas, alternadas con sus actuaciones musicales y sus discos, de los que llegó a vender treinta y cinco millones de copias.
Se llamaba realmente Maitena Doumenech, y utilizó el apellido paterno de raíces catalanas para su carrera artística. En su adolescencia tuvo ensoñaciones místicas, acentuadas por el drama de la violación, y pensó vestir los hábitos monjiles. Su elección en aquel concurso mencionado, alteró tales planes. No obstante en su carácter siempre anidó un hálito introspectivo, ajena a manifestaciones frívolas, retraída, muy sensible, lo que se traducía en las letras de sus canciones, algunas escritas por ella misma. Cultivó la balada sentimental, dedicando el que iba a ser tal vez el mayor de sus éxitos discográficos, a los Beatles, cuando decidieron romper el cuarteto. Admiraba a Bob Dylan, de quien grabó su conocido tema Blowin´in the Wind. También de ella fue una versión de El cóndor pasa, de Simon and Garfunkel, y otra de los Rolling Stones, Paint it black. Algo ecléctica como se advierte, pues combinó el pop y el folk, eligiendo repertorio a veces de sus ídolos.
En 1978 se retiró a Ginebra, abrió una galería de arte y se alejó del cine y la música. Mantuvo otro negocio de anticuaria. Pero volvió a ejercer sus primeras actividades, como también sus apariciones teatrales. En 2001 está fechada su última película y de 2005 es su postrera gira mundial como cantante.
Si bien su biografía artística puede decirse que fue algo guadianesca pero notable en éxitos, no lo fue tanto su vida sentimental. Ella misma me confesó que no había tenido suerte en el amor, cuando llevaba ya dos divorcios a sus espaldas, el primero con el judío marroquí Judah Azuelos, con quien tuvo dos hijas, Lisa y Mehdi. No se llevó muy bien con ambos: Lisa es hoy directora de cine. Su segundo fracaso fue con el cineasta francés Gabriel Albicocco. Esas dos crisis sentimentales le produjeron una fuerte depresión y estuvo a las puertas de la muerte, cuando fue llevada a un hospital, como me confirmó. Pero se recuperó. Eso sí, entonces con veintiseis años, muy delgada, frágil, me hizo esta confidencia: "Jamás volveré a casarme". Pero la vida es voluble y Maríe Laforet fue a tropezar en la misma piedra. Y nada menos que tres veces, lo que suman en total cinco matrimonios. Y cinco decepciones y divorcios, a saber: un empresario y coleccionista de arte, Alain Kahn-Sriber, con quien tuvo una hija, Deborah; un cirujano suizo con el que sólo convivió dos años, cuya identidad no nos ha sido posible acreditar, y el último de sus esposos, el financiero Éric de Lavandeyra. Al final, en soledad, ha encontrado la serenidad de la muerte.