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Santiago Navajas

Kill Tarantino (Vol. 0)

¿Por qué odian los progres a Tarantino, por qué sueñan los socialdemócratas con “cancelar” a Quentin?

La caza de brujas puritana que está llevando a cabo un sector relevante de los medios progresistas contra destacados cineastas pasará a la historia como una de las páginas más negras de la historia cultural de los Estados Unidos. Nada tiene que envidiar la muy progresista revista New Yorker al senador conservador Joe McCarthy. Si este persiguió con saña a, por ejemplo, Dalton Trumbo por sus ideas izquierdistas, desde las páginas de la publicación neoyorquina han colgado a Woody Allen el sambenito de pederasta, de modo que se ha tenido que exiliar de Nueva York a San Sebastián para poder realizar una película ya que en su país se ha convertido en un apestado.

El último en ver como le colocan una diana ha sido Quentin Tarantino, acusado desde medios socialdemócratas como The Guardian, New York Times y Time por el gran pecado de la Iglesia progre: la discriminación contra las mujeres. En Time se han molestado en contar las líneas de guión que se corresponden a personajes femeninos y masculinos para deducir de la asimetría un sesgo misógino en el director italo-americano. The Guardian ha publicado un artículo con un nivel argumentativo que avergonzaría a un chaval de primaria y del que lo único destacable es el título, en el que se amenazaba con "cancelar" a Tarantino. New York Times, por su parte, envía a las entrevistas de promoción de su última película, Érase una vez en Hollywood, a inquisidoras de tres al cuarto para cuestionar, ¡de nuevo!, los minutos de la protagonista, Margot Robbie, en contraposición con los de Brad Pitt y Leonardo DiCaprio. No sé ustedes pero yo veo una pauta. Si hiciera una versión de Reservoir dogs que se llamara Perras rabiosas y tuviese un casting exclusivamente femenino le recriminarían que tortura a las mujeres y las muestra como una panda de psicópatas sedientas de sangre.

Si el patético artículo de The Guardian es característico de una publicación goebbelsiana, la contabilidad de líneas y personajes femeninos de Time es el colmo de lo torticero. Siguiendo con dicha manipulación, los periodistas, por llamarlos de alguna manera, norteamericanos terminarían por acusar a la Antígona de Sófocles, la primera gran obra feminista, como machista y heteropatriarcal. En el colmo de la manipulación periodística, luego lloran cuando Trump los acusa de no ser más que un compendio de "fake news", han "olvidado" Death Proof, la película que hizo Tarantino entre Kill Bill vol. 2 y Malditos bastardos, la más explícitamente femenina y feminista de su obra, en la que hay ocho protagonistas femeninas luchando contra Kurt Russell.

¿Por qué odian los progres a Tarantino, por qué sueñan los socialdemócratas con "cancelar" a Quentin? Su gran pecado es similar al ataque de histeria en la izquierda ante la campaña de la Junta de Andalucía contra la violencia de género: no toleran que nadie se desvíe ni un milímetro del relato de victimismo y paternalismo estatal que el feminismo de género, que ha parasitado casi por completo al feminismo de izquierdas desde su versión más radical, pretende monopolizar con el objetivo de lavar los cerebros de todos, en general, y los bolsillos de los contribuyentes en particular. Por el contrario, las mujeres de Tarantino siguen la tradición que esos grandes feministas cinematográficos que fueron Howard Hawks y Luis Buñuel reflejaron en sus películas: mujeres poderosas, con carácter, autónomas, que no necesitan de la condescendencia de las instituciones ni de ningún colectivismo servil ni aborregado para reclamar su lugar en el mundo.

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