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Juan Manuel González

Crítica: 'El Hijo', producida por James Gunn

Esta relectura en clave de terror puro del mito de Superman resulta sorprendentemente buena.

¿Qué hubiera pasado si Superman fuera malo? Esta inversión del mito del decano de los superhéroes que es El Hijo no es, en realidad, un invento nuevo. Los "what if..." de Marvel y los DC Elseworlds siempre han estado ahí como formas de eludir la esclavitud de la continuidad mensual e idear todo tipo de perversiones del concepto original sin la presión del fandom. Y en este contexto, que el Hombre de Acero sea comunista o se salga de sus raíles, o simplemente sea un psicópata sin paliativos como el joven Brandon de la aquí presente siempre ha sido una de las grandes sombras del universo editorial de esa firma, abundantemente tratada o sugerida en cómics y largometrajes.

El Hijo no forma parte, sin embargo, del universo fílmico montado por Warner Bros a partir de El Hombre de Acero (2013) ni tampoco tiene nada que ver con DC. Estamos ante una película de otro estudio, un terror de serie B que bebe sin rubor del mito de Superman, tanto del gran relato americano propuesto por Richard Donner en 1978 como de las claves visuales de la iteración de Zack Snyder en la citada (e infravalorada) El Hombre de Acero. Con cierta dosis de iconoclastia pop pero sin burlarse del concepto original (la película carece de todo asomo de ironía e incluso humor), sin arrebatos de thriller psicológico que alteren la pureza de la fórmula, El Hijo resulta ser una inesperada fusión de los intereses de los fans del horror y de superhéroes: solo hace falta una inversión relativamente sencilla del primer acto de Superman para que el asunto devenga en un terror con niño malvado sin tocar ni una coma.

Lo que el autor de Guardianes de la Galaxia ha hecho junto a sus hermanos guionistas es un pequeño gran logro. Gunn, a quien el género de terror no le es absoluto ajeno (suyo es el guión de la excelente Amanecer de los muertos (2004) y algunas aventuras en Troma) presenta una película que, en realidad, carece de todo suspense pero también toda esperanza, que es una cuesta abajo sin frenos que disfruta deteniéndose en el gore más gráfico (el plano del ojo no se veía desde tiempos del torture-porn, y ni siquiera ahí) y que no se anda con sutilezas de ningún tipo. El terror con niño malvado siempre incluye una figura salvadora, un recurso que aparece en el último acto para practicar un exorcismo, que aquí simplemente no se presenta. El Hijo funciona endiabladamente bien.

"El fin de la Justicia en el mundo", escribe esa niña que se convierte en un trasunto de Lois Lane y que se convierte, indisimuladamente, en el primer objeto de deseo del niño psicópata, una alusión sexual que evidentemente el filme no desarrolla pero ni falta que hace. El Hijo lidia con la falta de empatía del psicópata estelar y de paso, mucho más a ras de tierra, contrasta dos visiones sobre la educación y la familia, ambas tristemente fallidas ante lo que se nos viene encima. Pesimista pero, de alguna manera, diabólicamente divertida, El Hijo es una película de terror muy bien dirigida y sumamente recomendable.

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