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Juan Manuel González

Crítica: 'Los Hermanos Sisters', con John C. Reilly y Joaquin Phoenix

El francés Jacques Audiard (Un profeta) dirige un western a contracorriente y rodado en España.

Los hermanos Sisters ofrece una peculiar visión del western. Quizá como reflejo de esa identidad internacional que la caracteriza (reparto americano, localizaciones y producción españolas, creatividad eminentemente francesa...) la primera película en inglés de Jacques Audiard se maneja (y muy bien) en una particular mezcla de emociones. Por un lado, respeta los lugares comunes de un género perfectamente establecido, que Audiard no tiene una particular intención de violentar en tanto propone un recorrido por un Far West de leyenda, aunque de leyenda sucia, negra y un tanto grotesca. Nada nuevo bajo el sol en eso, pero no obstante y como decimos, el responsable de Un Profeta y De óxido y hueso altera un tanto óptica de lo que llamaríamos un western clásico, haciendo que el viaje sea de todo menos complaciente incluso en sus registros más plácidos. Lo hace a través del viaje emocional de sus antiheroicos personajes, dos cazarrecompensas sanguinarios a la busca y captura de un buscador de oro que, a su vez, establece otra extraña alianza, y que convierte la narración en una intimista caja de sorpresas.

Los hermanos Sisters del título son John C. Reilly y Joaquin Phoenix, dos de los actores más sobrados de personalidad y registros del cine norteamericano. La pareja plasma la camaradería casi cómica de dos hermanos, dos asesinos que comienzan la película disparando y matando a sangre fría pero que, en una de las cabriolas del filme, también se ganan la simpatía del espectador. Por el camino y en medio de la misión de caza y captura que les encargan, Audiard habla de liderazgo, de familia, de locura y también de progreso, pero de una manera distinta a la que lo haría un realizador norteamericano. La película encuentra la manera de ser honesta con todos sin ceder personalidad: por un lado, se preocupa de ofrecer todo lo que ofrecería una película del Oeste, incluyendo un par de tiroteos bien coreografiados y un reparto conocido, por lo tanto su aproximación no es precisamente cínica o distante. Pero el francés sabe en ocasiones alejarse de ello, estableciendo un par de elipsis audaces (como la de la muerte de Mayfield o la persecución final, que no se percibe como anticlimática) para demostrar que también le interesan otras cosas. Consciente de que el western es un cadáver a menudo resucitado para la cultura popular por intereses espurios, su película se toma tiempo y en ocasiones golpea fuerte nuestras expectativas, sin duda heredadas del abundante corpus del género. En el fondo, toda la película es un viaje de regreso en el tiempo, nuestro y de los hermanos Sisters, que de alguna manera mira al futuro del lejano oeste y a todas las penurias que todavía quedarían por recorrer.

Se trata de una película escatológica y violenta, pero a la vez espectacularmente sutil. El hilo conductor de Los hermanos Sisters es la búsqueda del oro, pero es una mera excusa para un peculiar retrato de la amistad masculina en todas sus misteriosas variantes, mientras Audiard, que no se olvida de contentarse a sí mismo, encuentra tiempo para recrear Oregón de mediados del XIX como un escenario para el retrato psicológico que cuaja en el último tercio del largometraje. Por lo demás, excelente también Jake Gyllenhaal, intérprete ya muy versado en compatibilizar sensibilidad con dureza, y excelente la música de Alexandre Desplat, que brilla en momentos trascendentales como el de la búsqueda de oro en esa charca mortal.

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