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Por qué la compra de Fox por Disney es una mala noticia para el cine

Las series y películas de Fox ya son de Disney. ¿Qué significa esto para el cine? Para empezar, muchos despidos.

Las series y películas de Fox ya son de Disney. ¿Qué significa esto para el cine? Para empezar, muchos despidos.
Fox ya es de Disney | Walt Disney

Esta semana se materializó la compra de 21st Century Fox a manos de Disney por la mareante cantidad de 71.300 millones de dólares. Un momento histórico -así lo definió el CEO de Disney, Bob Iger, y con razón- que incluye el cambio de propiedad del estudio de cine y televisión, los canales National Geographic, FX, Star India y un 30% de la plataforma de streaming Hulu (que se une al importante porcentaje que ya poseía Disney) y que libera de obligaciones a una familia Murdoch deseosa de centrarse en otros menesteres más pingües que el arte y el entretenimiento. Un largo proceso que ha requerido del arbitraje del Departamento de Justicia y otros organismos reguladores europeos y chinos, debido al alcance y tamaño de los implicados, y que permitirá a lo que queda de Fox centrarse en aquello que les resulta útil y rentable: las noticias y los deportes en EEUU.

¿Qué significa el paso de Fox a manos de otro estudio, el más poderoso actualmente (Disney posee, además de su propia marca, Marvel Studios, Pixar y Lucasfilm LTD, y ha estrenado 5 de las 10 películas más taquilleras del año pasado)? ¿Qué supone para el mundo del cine?

La maniobra ha sido recibida con éxtasis mayoritario por los fans de los superhéroes, una comunidad generalmente ciega y poco interesada en todo lo que no huela a franquicia. Y es que X-Men propiedad de Fox pasarán a la gran familia de Disney y, por tanto, incorporarse más pronto que tarde al macroproyecto de Marvel Studios y el productor Kevin Feige. La postura de los fans, como era de esperar, apenas rasca la superficie del fenómeno, conformándose con la promesa de Bob Iger de mantener la calificación para adultos de algunos filmes de la franquicia, como es el caso de la celebrada Deadpool (¿qué pasará, no obstante, con la película Nuevos Mutantes, rodada hace meses por Josh Boone y guardada en un cajón pese al anuncio de un importante "reshoot" que nunca ha llegado a producirse?) y la integración de Lobezno, Xavier, Magneto y compañía en el universo compartido de Iron Man o el Capitán América.

Puede que el salto a Disney sea una buena noticia para los superhéroes. Quién sabe. Pero es una mala noticia para el cine, que ve ahora cómo el monopolio en la realización de películas aumenta una porción más y potencia a un estudio dedicado (y muy bien, reconozcámoslo) a la ejecución de grandes blockbusters para el público familiar y/o nostálgico.

A partir de ahora, propiedades intelectuales como Alien, Depredador, El Planeta de los Simios, Los Simpson, Avatar, Jungla de Cristal, los estudios Blue Sky consagrados a películas de animación como la saga Ice Age... son ya películas del fondo de Disney. Por tanto, cualquier decisión sobre este catálogo, desde la reedición y restauración de películas hasta la elaboración de secuelas, pasará a ser responsabilidad de otro estudio con un perfil bien distinto. Hablamos de éxitos de taquilla, pero... ¿qué pasará con los experimentos fracasados, películas mediocres o simples apuestas adultas de un estudio que, en tiempos, tenía un perfil blanqueado como es la casa del ratón Mickey? ¿Seguirá Disney aprobando proyectos adultos a través de su nueva marca Fox en el futuro, como en tiempos hiciera con Touchstone o Hollywood Pictures?

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Capitana Marvel, el último éxito de Disney | Cordon Press

Para el cine, mala noticia, pero para los empleados del legendario estudio es peor. Ellos afrontan ahora una criba que en los próximos y angustiosos días pondrá en la calle a miles de empleados de la empresa a nivel mundial. Con la adquisición, Disney absorbe 15.400 trabajadores de 21st Century Fox y lógicamente tendrá que podar puestos duplicados. El estudio guarda silencio sobre sus próximos movimientos.

A lo largo de estos días, las cabezas de de varias secciones de Fox como Distribución Doméstica o Marketing Internacional han sido despedidos dentro de la lógica de una absorción empresarial, aunque también en virtud del recorte de gastos anunciado previamente. Disney tiene previsto ahorrar 2.000 millones de dólares anuales de aquí a 2021, lo que repercutirá en la pérdida de entre 4.000 empleos (según los informes más optimistas) y entre 5.000 y 10.000 (según el analista de BTIG Rich Greenfield) a nivel mundial.

Esos ejecutivos y otros empleados no han podido elegir, aunque otros talentos en el área artística se van de "motu proprio". Es el caso del director Paul Feig (La boda de mi mejor amiga), que se ha marchado de Fox a Universal una vez materializada la absorción. El asunto se ha compensado, al menos, con la promesa de la llegada de otros talentos, el primero el guionista y director Drew Goddard (Malos tiempos en el Royale) con un contrato de cuatro años para la televisión de Disney. Hace ya meses, el showrunner Ryan Murphy, especializado en series adultas como American Horror Story o Feud, dejó Fox para refugiarse en Netflix con una oferta millonaria. Esperen muchos movimientos y noticias al respecto en futuros días.

Y para muestra, el primer botón: el carpetazo inmediato a Fox 2000, subdivisión del estudio cinematográfico y responsable de éxitos como Figuras ocultas, Con amor, Simon, Bajo la misma estrella o El diablo viste de Prada, y el despido de su jefa Elizabeth Gabler, tal y como informó Variety. El estudio se especializó en adaptaciones literarias de éxito comercial, como las cuatro citadas, y tiene aún varios filmes pendientes cuyas fechas de estreno serán respetadas. Fox 2000, por tanto, deja de existir. Y si Fox 2000, división entregada al cine comercial "medio", desaparece, el futuro de Fox Searchlight, de un perfil más independiente e internacional (Slumdog Millionaire, Birdman, La Forma del Agua), se presenta ahora todavía más nublado.

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Famoso fotograma de Alien, ahora película Disney | Archivo

Los despidos han comenzado, informa Hollywood Reporter, empezando por importantes miembros de la cúpula. El presidente de distribución doméstica Chris Aronson ha recibido su aviso de 60 días. La presidenta de marketing mundial, Pamela Levine; el copresidente en ese área, Kevin Campbell, y el jefe de contenidos Tony Sella también.

La maniobra de Disney es vital, sin embargo, para posicionar al estudio en la futura guerra mundial por los contenidos en streaming, un camino ciertamente distinto dictado por la lógica empresarial, y que ofrece una cierta oportunidad para la regeneración. Traducido: la batalla de Disney contra Netflix, una lucha que se adivina cruenta en un futuro próximo y a la que se sumará Comcast, que acaba de adquirir Sky, como tercer operador y protagonista.

En este panorama, y con la creación de su esperada plataforma Disney+ como caballo de batalla, el estudio añade diversos canales y propiedades a su catálogo para luchar así con la distinguida competencia. Además de lo citado arriba, suyas son a partir de ahora las series Padre de Familia, Los Simpson, American Horror Story, Expediente X, This is us o The Americans, vitales para complementar la oferta infantil para todos los públicos de Walt Disney de entretenimiento en casa, pero también muy alejadas (por su violencia, carga sexual o lenguaje) de lo que habitualmente asociamos con Walt Disney. Sumen a ellas esta lista y muchas más: 24, Homeland, Buffy, Canción Triste de Hill Street, The Shield (en el área televisiva), French Connection, La aventura del Poseidón, La Profecía, The Rocky Horror Picture Show, Sonrisas y Lágrimas (en cuanto a estrenos cinematográficos). ¿Qué tratamiento dispensará el estudio a estos destacados productos?

Todavía quedan flecos por cortar en el proceso. Disney aún debe vender 22 redes deportivas regionales en los Estados Unidos y otras del mismo tipo en Brasil y México como parte de las aprobaciones regulatorias impuestas por esos mercados. En Europa, la compañía acordó vender sus participaciones en redes como Lifetime y History. Por el camino, la realización de contenidos a nivel mundial recae cada vez en menos manos.

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