También es mala suerte que Cold War haya coincidido con el alboroto de Roma. Alboroto es una palabra tan bonita que no sé por qué se dice tanto hype. También es bonita bombo. Es muy mala suerte que a esa maravillosa película que es Cold War (ha hecho que nos gusten los coros y danzas polacos) le haya tocado el año de Roma. La apisonadora de Netflix (13 nominaciones entre Roma y La balada de Buster Scruggs). Cuarón haciéndose el guay. Mira qué plano secuencia te voy a hacer. Os vais a quedar muertos. Coinciden en mejor película extranjera, mejor fotografía (¿de verdad la de Roma es de Cuarón?) y mejor dirección. Pero siento menos pena por Pavel Pawlikowski como director de Cold War que por Glenn Close como actriz de La buena esposa. ¿Este año tampoco? La actriz que más veces ha sido nominada a un Oscar sin ganarlo puede seguir con su extraordinaria y peculiar racha. Que estos bobos son capaces de dárselo a Yalitza Aparicio, la indígena de Roma.
Pero quizá la gran rival de Close sea Olivia Colman, esa enorme intérprete a la que Boyero no conocía hasta verla en La favorita. Lo más fascinante es que lo diga. De las señoras nominadas a mejor actriz principal me gustan todas (quizá menos Lady Gaga). Me encantaría que se lo dieran a Melissa McCarthy también. ¿Y dónde está Toni Collete por Hereditary? Pero es que hay una injusticia histórica con Glenn Close desde el año que ella competía por Las amistades peligrosas y se lo dieron a Jodie Foster por Acusados. Y ya sé que los premios, y los Oscar en particular, son una idiotez. O un disparate. Anda que nominar a mejor película a esa basura de Black Panther y olvidar Hereditary. Claro, que Black Panther le gusta a Obama. Me importa un bledo quien gane. Pero me gusta reivindicar a Glenn Close.
Por mí, que le den el Oscar a mejor director a Yorgos Lanthimos. Y todo a La favorita (aunque haya que elegir entre Emma Stone y Rachel Weisz como secundarias). Todo menos el de actriz principal, por muy buena que sea Oliva Colman. Y qué película. La más normal del director de Canino, Langosta o El sacrificio de un ciervo sagrado. Ese jugueteo con la trama, con el ojo de pez, con el título de los capítulos… Esa película con aire a El contrato del dibujante de Peter Greenaway y a ‘Barry Lyndon’ de Kubrick. Con el toque Lanthimos. Que le den a Cuarón.
¿Y a Bradley Cooper por qué no lo han nominado como mejor director? ¿Por guapo?