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Robert Redford, el hijo del lechero, estrena la última película de su vida

A los ochenta y dos, dice adiós como actor en The Old Man and the Gun, interpretando a un pintoresco ladrón de bancos de la tercera edad.

A los ochenta y dos, dice adiós como actor en The Old Man and the Gun, interpretando a un pintoresco ladrón de bancos de la tercera edad.
Robert Redford, durante la presentación de su última película | Cordon Press

Si a aquel mozalbete rubio, revoltoso, le hubieran dicho que iba a convertirse en el galán de cine más importante del último medio siglo, en competencia con su gran amigo y colega Paul Newman, se hubiera quedado mudo, sorprendido, o acaso soltando alguna risotada. Pero han transcurrido sesenta años desde su debut como actor, cuando cuenta ya ochenta y dos, y puede sentirse orgulloso de su biografía artística, ahora que llega su retirada como actor. Su última película se titula The Old Man and the Gun y se estrena en las pantallas españolas el 25 de este mes de enero. Una comedia dramática con Sissy Spacek como oponente femenina, donde Robert Redford encarna a un pintoresco ladrón de bancos de la tercera edad. Pone fin a su carrera como actor con esta historia romántica, aunque no estará alejado del cine debido a su faceta de director, productor y también como responsable del ya muy apreciado Festival de Sundance, que en su trigésimo sexta edición se celebrará en estos días hasta el 3 de febrero, en el que compiten ciento doce películas, de las cuáles cuarenta y cinco son dirigidas por mujeres. Es un certamen que alberga trabajos de cineastas independientes, muchos de los cuáles pueden verse diariamente en nuestro país a través de un canal exclusivo.

Robert Redford nació en una familia humilde: su padre era lechero, aunque mejoró con el
tiempo convirtiéndose en contable. De chico, Robert callejeaba de un lado para otro, sin rumbo fijo. Tampoco se esforzó mucho en los estudios. Hizo un curso de Derecho, pero lo que más le gustaba era pintar, y cuando le fue posible se matriculó en una academia de arte. La muerte de su madre, con cuarenta y un años, lo marcó. Y en una huida para tratar de olvidarse de su dolor viajó a Europa, en su afán de visitar museos y aprender de los grandes maestros de la pintura. Le gustó París, pero no los franceses, que juzgó poco comunicativos.

En Mallorca aprendió a pescar. Y en Roma acabó la Nochevieja de 1956 en una fiesta donde Ava Gardner, seducida por el atractivo de Robert, le plantó un beso en la boca. Como sus
ahorros eran escasos hubo de volver a California, de donde era oriundo. Y al año siguiente de aquella experiencia europea aumentó su impenitente rebeldía, el recuerdo perenne de la madre muerta, que lo llevó al alcoholismo. Lo salvó de aquella vida holgazana, a merced diariamente de la bebida, una universitaria llamada Lola von Wagenen. Ambos compartían entre otras aficiones mutuas, el arte de la pintura. En 1958 se casaron.

Robert Redford se había enrolado en un grupo de actores aficionados. Como necesitaba dinero para mantener su matrimonio decidió probar suerte como actor, viviendo inciertos momentos económicos y profesionales, unidos a uno dramático: el fallecimiento de su primer hijo, Scott Anthony, en 1959, a los cinco meses de nacer. De muerte súbita, certificaron los médicos. Tan precaria era su economía que la pareja tuvo dificultades para pagar el entierro. Sucesivamente tendría otros tres retoños: Shawna, David
James y Amy.

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'La jauría humana'

Vivían en el campo, en Utah. En 1966 Robert, que ya había interpretado papeles cada vez de
más relieve en el cine como en La jauría humana, donde entabló amistad con sus protagonistas, Marlon Brando y Jane Fonda, decidió vivir unos meses de bohemia, en España, eligiendo un lugar de la costa de Almería, donde alquiló una modesta vivienda a unos campesinos, en la que, muy al gusto suyo, no tenía luz eléctrica. En su interior, la incomodidad era patente, máxime para quien provenía de Hollywood. Pero Robert se adaptó a vivir incomunicado (por supuesto que no disponía de teléfono) y, en medio de un paraje maravilloso, lo único que le importó fue dibujar y pintar cuanto quiso.

Despegue internacional como galán

Le ofrecieron un año más tarde el que iba a ser su primer papel protagonista en la pantalla,
Descalzos en el parque, donde se reencontró con su amiga Jane Fonda, que sería a lo largo de su filmografía su compañera más frecuente. Se produjo el despegue internacional como irresistible galán de Robert Redford, con sus cabellos rubios y unos ojos claros que seducían a sus millones de admiradoras.

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'Dos Hombres y un Destino'

Dos hombres y un destino fue en 1969 otro trampolín para aumentar su cotización. Y allí es donde ocurrió su encuentro con Paul Newman, de quien se hizo amigo para siempre. Los dos sexsymbols por antonomasia del cine norteamericano. Con quien volvería a coincidir en el rodaje de El golpe, cuatro años más adelante; en la misma temporada en la que rodó Tal como éramos, junto a Barbra Streisand, encantada de tenerlo a su lado, al punto de que se rumoreó un idilio entre ambos. Robert Redford ya estaba casi casi en la cima de Hollywood, aunque él, siendo californiano, de Santa Mónica, nunca había soñado con aquel mundo de fantasía. En el fondo de su alma sentíase un hombre sencillo que donde se encontraba más a gusto era en su granja familiar, montando a caballo, o ejerciendo la doma de la cuadra que fue adquiriendo con los millones que ganaba en el cine. También le gustó siempre pescar, y desde luego sentirse al aire libre, en plena naturaleza. Le preocuparía el medio ambiente hasta tiempos actuales, recordando que a los once años sufrió de polio y entonces lamentaba no poder corretear en medio del campo con sus amigos.

Sin poseer una cultura suficiente desde luego, además de sus prácticas deportivas (alpinismo, esquí, béisbol en sus años más jóvenes) se interesó por ampliar sus conocimientos, por lo que interpretar, junto a Mía Farrow, la vida del afamado y a su vez extravagante escritor Scott Fitgerald en El Gran Gatsby, le satisfizo mucho. Así como mostrarse elegante, con aquellos trajes blancos que lucía el mencionado novelista, tenido en su época como un dandy. En ese decenio de los 70 también fue protagonista Robert de Todos los hombres del Presidente, recreación fílmica del caso Watergate, que desembocó en el procesamiento de Richard Nixon, desalojado de la Casa Blanca. El Washington Post
publicaba diariamente noticias confidenciales relacionadas con aquel suceso, a través de un informador entonces secreto que, convertido en Garganta profunda suministraba datos concretos a dos periodistas, Carl Bernstein y Bob Woodward. Este último sería interpretado en el filme por Redford, mientras Dustin Hoffman haría el papel de Bernstein.

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'Todos los hombres del Presidente'

Entre ambos se creó una atmósfera amistosa. El actor siempre se ha significado muy atento a la política de su país, que ahora deplora: manifiesta sentirse asqueado de un Presidente (Trump) que ha dividido a la sociedad norteamericana. Con Jane Fonda, decíamos, siempre tuvo eso que llaman química. Y hasta, bromeando, diríamos que asimismo física. Pues ella ha dicho públicamente estar enamorada de Robert, con quien volvería a coprotagonizar El jinete eléctrico y, el pasado año, Nosotros en la noche. Los cronistas chismosos de
la, en tiempos, meca del cine sospechaban que entre los dos hubo una relación íntima, aunque fuera ocasional. Porque Robert Redford era un conquistador callado que no solía pregonar sus amores. Que fueron muchos, aunque no se conocieran nada más que unos pocos. Por ejemplo con Debra Winger, que fue su compañera de reparto en Peligrosamente juntos.

Se dijo que Meryl Streep, tan seriecita, tan pudorosa, pudo caer en las redes amatorias del galán, entre toma y toma de Memorias de África. Hasta que en 1985 su matrimonio hizo aguas, divorciándose en el año en que se conocieron sus avatares sentimentales con la brasileña Sonia Braga, que duraron nada menos que siete años. Otras relaciones las
obviamos por no considerarlas de interés. De cualquier manera, insistimos en que sintiéndose Robert Redford un seductor jamás alardeó de ello. En una entrevista vino a decir que, al contrario de muchos de sus conciudadanos que dan excesiva importancia tanto al físico como al dinero, él nunca ha sentido esas obsesiones. "Sé que no estoy mal, pero no le doy excesiva inportancia".

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Robert Redford y Merryl Streep en 'Memorias de África'

Ni siquiera cuando fue haciéndose mayor. Sexagenario, dijo esto: "No tengo problemas al ir envejeciendo, siempre que pueda practicar algún deporte". Ahora, a los ochenta y dos años, ciertamente su rostro ha pagado el peaje del tiempo. Y camina con menos agilidad. Lo peor es la sordera, que le causa preocupación cuando de vez en cuando ha de asistir a una rueda de prensa.

A partir de los años 90 de la pasada centuria fue espaciando sus trabajos cinematográficos. Y desde entonces no logró superar éxitos pasados como actor, aunque tampoco haya que menospreciar comedias como Una proposición indecente, con Demi Moore; Un paseo por el bosque, junto a Nick Nolte y Emma Thompson, y La sombra de un secuestro, al lado de Helen Mirren. En lo que fue más sorprendente es detrás de la cámara, debutando como realizador en 1980 en Ordinary People, que le valió un Oscar (como actor nunca lo logró, aunque sí le otorgaron uno honorífico), repitiendo luego con Un lugar llamado Milagro, El río de la vida, cuyo protagonista era Brad Pitt, El hombre que susurraba los caballos y algunas otras. En ellas, Roibert Redford se significaba en los argumentos por su indestructible amor a la naturaleza, a los equinos, con una especial sensibilidad siempre, en un tono más
propio del cine europeo.

Robert Redford tiene residencias en Santa Fé, en Nuevo México y en Utah. Huye de las grandes urbes. Le espantan las aglomeraciones, fiestas suntuosas, frívolos acontecimientos. Desde 2009 vive feliz con Sibylle Szaggars, una pintora alemana a la que conoció en el Festival de Sundance, que él continúa dirigiendo y sufragando. Celebró esta segunda boda en Hamburgo, sólo con los familiares de la novia.

Mantiene contactos con los tres hijos habidos en su anterior matrimonio. Parece frío de carácter. Se arrepiente de haber dicho meses atrás que ya no rodaría más películas como actor. Y ahora, como jubilado en esa faceta, le han preguntado qué piensa hacer, aunque ya sabemos que seguirá con el instituto y certamen de Sundance y al frente de su productora Willdwood Enterprises. Flemático, Redford respondió así a un periodista: "Vivo el momento y no hago planes para el futuro".

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