Una vez vista El regreso de Mary Poppins, varias cosas. En esta casa se sigue teniendo devoción por Julie Andrews. Yo la habría querido hasta en My fair lady (tardó en dar el sí a Mary Poppins, embarazo aparte, porque quería hacer en cine lo que había hecho en teatro). Y veo hasta Princesa por sorpresa por ella. Pero Emily Blunt es… Buf. Qué mujer, qué señorío. Es la Greer Garson de las niñeras. Es verdad que esto es una cosa rara, como Aitana Sánchez Gijón haciendo de pobre (¿quién se cree eso?). P.L. Travers exigió a Disney que no hubiera romance entre la niñera y el deshollinador. Luego todo le pareció mal pero por lo menos consiguió eso. En la nueva versión, que transcurre unos años después, es farolero. Entre Julie Andrew y Dick van Dyke, vale, ¿pero cómo iba a haber el más mínimo acercamiento físico entre Emily Blunt y Lin-Manuel Miranda? Qué señor horrible.
Es verdad que la versión clásica tenía un reparto de impresión, sobre todo si ibas a las secundarias. Demonios, que están Elsa Lanchester y Jane Darwell. Aquí las secundarias son Meryl Streep y Angela Lansbury. Quizá no en los mejores trabajos de sus carreras, pero son Meryl Streep y Angela Lansbury. Punto.
Aunque lo más gracioso sobre la película, sobre la buena, es un artículo en el New York Times de Álvaro Santana-Acuña acerca de la influencia de Mary Poppins en Cien años de soledad. Con ejemplos y con coincidencias en el tiempo. Que Mary Poppins se estrenó en México cuando García Márquez vivía allí con dos hijos de tres y cinco años. Y, lo más importante, cuando empezaba a escribir su gran novela. Que lo que él quería era calidad artística y éxito comercial. También magia y realidad. Ahora va a resultar que Mary Poppins es realismo mágico. Que el colombiano era crítico de cine en El espectador. Que el cine siempre le influyó mucho. En El coronel no tiene quien le escriba, Ladrón de bicicletas y Umberto D. Que en Cien años de soledad también se ve la sombra de Milagro en Milán (por los fantasmas, que eran personajes de la vida diaria) o Los pájaros (por el súbito vuelo de cientos de aves que se estrella en las casas de Macondo). Y las coincidencias. Remedios, la bella, tiene un ascenso celestial envuelta en sábanas (vale, no con paraguas). Además, actúa como si fuese perfecta. En Mary Poppins levitan cuando no pueden parar de reír. En Cien años de soledad, un cura levita al beber chocolate.
Emily Blunt sólo se parece a Julie Andrews en que también estaba embarazada y tuvieron que esperarla para hacer la película. Pero qué señora.