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Rosa Belmonte

La cantante (actriz y directora) calva

A Ida Lupino le llamaban "la Bette Davis de los pobres" y  cuando empezó a dirigir, "la Don Siegel de los pobres". Era guapa, calva y con peluca.

A Ida Lupino le llamaban "la Bette Davis de los pobres" y  cuando empezó a dirigir, "la Don Siegel de los pobres". Era guapa, calva y con peluca.
Ida Lupino | Cordon Press

"Me gustaría ver más mujeres directoras y productoras. Hoy es casi imposible si no eres una actriz o escritora con poder". Esto no lo dice una mujer viva sino una bien muerta. Como ya hemos dado la suficiente tabarra con Hedi Lamarr, vamos con Ida Lupino aprovechando su centenario. Descubriremos cosas que ya se sabían. Ida Lupino fue quien dijo esas palabras. La actriz, directora, guionista, productora, cantante y compositora (The Aladdin Suite) nació en Londres el 4 de febrero de 1918 y murió en Los Ángeles el 3 de agosto de 1995. Aunque había hecho Sueño de amor eterno (1935), que tanto gustaba a los surrealistas, seguramente de donde más se la recuerda es de El último refugio (1941), con Humphrey Bogart. La dirigió Raoul Walsh, como en Artistas y modelos (1937). A Ida Lupino le encantaban las comparaciones. Mientras era actriz se consideraba "la Bette Davis de los pobres" y cuando empezó a dirigir, "la Don Siegel de los pobres". Y era casi calva. Guapa, calva y con peluca.

Nació en Londres en una familia dedicada al espectáculo desde el siglo XVII. En 1930 ingresó en la Royal Academy of Dramatic Art. Empezó a trabajar en el cine porque acompañó a su madre a una audición y la cogieron a ella (ese cliché). La película era Her first affaire (1932). Llegó a Hollywood dos años después. Hasta En tinieblas (1939) no tuvo un papel importante. Trabajó con Bogart, con Ronald Colman, con John Garfield o con Edward G. Robinson (con estos dos hizo El lobo de mar en 1941, dirigida por Michael Curtiz). Pero entre las estrellas establecidas y las jóvenes que empujaban, la cosa estaba tan difícil como ahora. Dejó la Warner en el 47 y fue por libre. Fundó con su marido, Collier Young, la productora Filmakers y empezó a trabajar en el otro lado, siendo la única mujer que dirigía con regularidad en los años 50. Acabó de directora cuando el director de Not wanted (1949) enfermó. También co escribió la película. Venga, una de esas cosas que levantan al mujerío. No fue acreditada y es Elmer Clifton el que aparece como director. En ‘Never fear’ (1950) sí aparece su nombre, tanto en la dirección como en el guión. Y lo mismo en Ultraje (1950). Sus películas eran melodramas baratos pero curiosos. Películas especialmente feministas. Madres solteras, mujeres enfermas, obreras violadas (Ultraje), jugadoras de tenis explotadas por sus madres… Pero también hizo otra (El bígamo, 1953) donde un hombre era acosado por dos mujeres. Una era ella; la otra, Joan Fontaine.

Había aprendido el oficio merodeando por los estudios y pasando el tiempo con sus amigos directores cuando no trabajaba de actriz. Fue la única mujer respetada como directora de su época. Antes había destacado Dorothy Arzner. Directora esta de Dance, Girl, Dance (1940), con Lucille Ball y Maureen O’Hara. Estando retirada ya de Hollywood, su amiga Joan Crawford le encargaba anuncios de Pepsi. Ida Lupino fue la segunda mujer en ser admitida en el Sindicato de Directores de Estados Unidos (la primera fue Arzner).

Lupino pasó luego a la televisión. Como actriz y como directora. Hemos crecido viéndola en Los ángeles de Charlie, en La mujer policía, en Las calles de San Francisco, en Mis adorables sobrinos o en Bonanza. No lo sabíamos entonces, pero también dirigía episodios de Daniel Boone, de El virginiano, de Embrujada o de El fugitivo. Es la única persona que ha salido en un episodio de En los límites de la realidad y ha dirigido un episodio de En los límites de la realidad. Y también es la única mujer que ha dirigido un episodio de la serie creada por Rod Serling.

En los años 40 coincidió en la Warner con Ronald Reagan. Eran muy amigos. Y los dos convencidos demócratas (ella apoyó la presidencia de Kennedy). En 1962, Reagan se pasó a los republicanos. Ida no se lo perdonó. Escribió una carta a Ronald y Nancy Reagan, a cuya boda había ido y a cuyos hijos había cuidado. Les decía que era imperdonable e inaceptable que Reagan abandonara a los demócratas en año electoral. Y no volvió a hablarles. Mucha pionera del cine de mujeres y bla bla bla, pero no sé yo si era para tenerla cerca.

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