Crítica: 'Jumanji. Bienvenidos a la Jungla', con Dwayne Johnson y Jack Black
Jumanji: Bienvenidos a la Jungla es mucho mejor de lo que esperábamos.
En 2018 la idea de lo naïf ya no se representa con un arcaico juego de mesa. Esa era la premisa de la original Jumanji (1995), uno de los exítos del Hollywood familiar en los albores de la tecnología digital (hoy plenamente asentada) y al servicio de un Robin Williams en el culmen de su fama. En lugar de un vetusto juego de dados, ahora el soporte de Jumanji es un videojuego de cartuchos cómo los que todavía había entonces; uno que, la verdad, representa a la perfección ese nosequé vintage y nostálgico que vivimos y que reboots o secuelas tardías como Jumanji intentan apelar. Un alarde "meta" inesperado (o quizá casual) de coherencia de esta nueva Jumanji: Bienvenidos a la Jungla, y que nos anuncia una película que sabe muy bien cómo jugar sus limitadas cartas.
La jugada, nunca mejor dicho, ya se expresa muy bien en el notable prólogo. Pero la película de Jake Kasdan destaca por ser algo más ambiciosa de lo que su horrible tráiler daba a entender. Como si de un híbrido del filme original con la ciencia ficción se tratase, la tardía secuela de Jumanji funciona casi como de una variedad familiar de Avatar o Ghost in the shell se tratase: sus jóvenes protagonistas, forzados a participar en un mágico videojuego selvático, esta vez se transforman literalmente en estereotipos de las tragaperras: el héroe pintón, la maciza invencible, el afable explorador que porta las armas... Una vez en esos avatares y solo a través de ellos, los "nerds" e "instagramers" (que Kasdan, no obstante, destaca con toda la dignidad que puede una vez los conocemos en su naturaleza humana) serán capaces de relacionarse entre ellos, conocerse o restaurar su amistad.
Una metáfora muy actual no exactamente instrospectiva ("la introspección no tiene por qué ser silenciosa", dice un personaje a otro en la película) pero sí inteligente que la película sabe rematar ofreciendo aquello que se espera de ella: dos horas de acción y comedia adecuadas para la temporada navideña. Dwayne Johnson, la robaplanos Karen Gillan, Jack Black y Kevin Hart saben jugar con el contraste entre ellos, con sus huéspedes humanos y de su calidad de estereotipos físicos (el héroe, la tía buena, el explorador...) y añaden un adecuado comentario al pulp aventurero y tradicional que Joe Johnston cultivó en la película de los noventa. El descerebre premeditado de Jumanji: Bienvenidos a la Jungla no es tal, o al menos no todo el tiempo: el guión, menos sentimental que el filme original pero con algunos puntos de sostenida emoción, está lidiando todo el tiempo con el cambio de roles de los personajes (véase cómo Fridge, un líder en la vida real, acaba relegado al papel de mero ayudante de un empollón forzado a habitar el cuerpo de Dwayne Johnson) tanto como con el caos de efectos visuales de las sucesivas misiones que impulsan el relato.
La dirección de Kasdan entiende bien esto, con cuatro actores adultos interpretando adolescentes, pero por otro lado, resulta poco creativa en todo lo demás. Jumanji: Bienvenidos a la Jungla aparenta ser una producción cara, pero sus recursos visuales no resultan especialmente ingeniosos o sorprendentes. La cámara de Kasdan nunca llega a capturar poco más que lo que ocurre y las posibilidades de imitar la narrativa de un videojuego, con el desbloqueo de habilidades y la sucesión de misiones (ya sea de manera paródica o no) no acaban de cuajar adecuadamente en sus manos, haciéndonos añorar a ese Steven Spielberg que en apenas unos meses nos sumergirá en otra realidad virtual en Ready Player One. No obstante, y en un alarde de coherencia como la que decíamos arriba, y en un panorama en el que los videojuegos intentan ser películas y las películas se esfuerzan (sin éxito) en adaptar videojuegos, aquí tenemos una genuina adaptación de la nueva realidad en la que ya estamos inmersos. Quizá exagere, pero la nueva Jumanji, que efectivamente cumple su misión de entretener, es una película sobre la comunicación, o sobre cómo los humanos -nosotros- nos estamos comunicando ahora mismo.
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