El jueves ha estado marcado por un cine social y político donde la disputa ha sido la protagonista. Parece que en esta edición de la SEMINCI asistimos a jornadas temáticas donde nos agrupan las películas bajo etiquetas únicas. De esta forma, nos acercamos a una película carcelaria que nos llega desde República Dominicana donde imaginamos que hacer cine es casi una tarea imposible. Carpinteros cuenta la historia de un reo que se enamora de una presa encarcelada en el módulo penitenciario de mujeres y se comunican a través de signos desde las ventanas.
Una historia poco creíble que desaprovecha la oportunidad de desarrollar lo que apunta, unas cárceles masificadas donde apenas se respetan las leyes, donde se trata al preso como a un animal y donde de alguna forma es justificable cualquier tipo de violencia. En definitiva, un submundo del mundo que le ha tocado vivir. Una pena que esto quede meramente apuntado en favor de una historia de amor, repito, poco creíble. Por cierto, si alguna vez se estrena en España hago una recomendación, subtítulos por favor, no hay forma humana de entender la mitad de los diálogos que aunque éstos no sean lo mejor de la película, sí son necesarios para su total comprensión.
Esta cinta es todo lo contrario a lo que pasa en la trama de El insulto, donde la política y el odio están presentes desde el primer minuto del metraje. Nos sitúa en Líbano donde un ciudadano cristiano y de profesión mecánico se enfrentará a un refugiado palestino que dirige las obras de reforma del barrio en el que vive el primero. Una afrenta, en principio banal, terminará convirtiéndose en un asunto de Estado al llevar la causa interpuesta por el mecánico hasta los altos tribunales.
Todo el mundo intentará sacar partido de esta historia, a veces apasionante, a veces compleja ya que hay que entender la situación política que vive el país, pero siempre sorprendente por todo lo que se cuenta en dicho juicio. Es esta una cinta que ha gustado mucho al público que le brindó una gran ovación, y ojo porque puede ser merecedora de alguno de los premios del palmarés.
Su director, Ziad Doueiri, concedía una entrevista a Sergio Pérez para Es Cine. En la entrevista aseguraba que "provengo de una familia muy propalestina, yo también lo era pero con el tiempo me he suavizado bastante". Ziad ha sido primer ayudante de cámara de Quentin Tarantino hasta en 4 películas y se ha formado en EEUU. Sobre la situación de los cristianos en Líbano, son el 40% de la población del país, ha dicho que "son la salvación de Líbano, sin cristianos habríamos llegado al Estado Islámico y al extremismo". De hecho, "los cristianos son los que han hecho que el Líbano sea el más occidental, son una bendición". Lo decía mientras reconocía que "mi familia en los años 70 luchó contra esos cristianos". Por eso ha hecho esta película, "reexamina mis creencias".
La tercera película exhibida nos viene de Islandia, país invitado en esta presente edición, única representante en la Sección Oficial, que lleva por título Bajo el árbol. Una historia sencilla en la que también una mera anécdota, como es la sombra que un frondoso árbol da sobre el patio del vecino, se transforma en una auténtica tragedia. Vamos a asistir al desgranamiento interior de todos los personajes presentes que nos llevarán de equívoco en equívoco provocando a veces una sonrisa para rápidamente congelar nuestro gesto ante la sorpresa cada vez más terrible que nos depara su historia. Interesante, pero a mi juicio, le falta el pulso cinematográfico necesario para haberla convertido en una pequeña joya.
También tengo que decir que este tipo de cine suele ser del agrado de los jurados de los festivales. Es verdad que hago referencia continúa al palmarés y es que este está ya muy cercano. Este viernes es el último día de Sección Oficial y el sábado saldremos de dudas. Pero ya aviso, puede pasar cualquier cosa.