La reina Deborah
Deborah Kerr murió el 16 de octubre de 2007 a los 86 años. Es la excusa no necesaria para hablar de Lygia, Elizabeth Curtis, Portia...
Glenn Close está en muy buena compañía. Ella, Thelma Ritter y Deborah Kerr han sido nominadas seis veces al Oscar y seis veces han perdido. A Deborah Kerr acabaron dándole uno de esos vergonzosos de reparación por toda su carrera en 1994. El tributo lo presentó Glenn Close, después de que Whoopi Goldberg le diera paso. Deborah Kerr murió el 16 de octubre de 2007 a los 86 años. El aniversario de su desaparición es la excusa no necesaria para hablar de Lygia, Elizabeth Curtis, Portia, Karen Holmes, Laura Reynolds, la hermana Ángela, Terry McKay, Miss Giddens y hasta de Emma Hart, toda una mujer.
Los Oscar perdidos de Kerr tienen su miga. La primera vez, por Edward, mi hijo (1950), perdió con Olivia de Havilland (La heredera). El segundo, por De aquí a la eternidad (1953), con Audrey Hepburn (Vacaciones en Roma). El tercero, por El rey y yo (1957), con Ingrid Bergman (Anastasia). El cuarto, por Sólo Dios lo sabe (1958), con Joanne Woodward (Las tres caras de Eva). El quinto, por Mesas separadas (1959), con Susan Hayward (Quiero vivir), y el sexto, por Tres vidas errantes (1961), con Elizabeth Taylor (Una mujer marcada). Mirando esos nombres y algunas de esas películas, para Deborah Kerr perder el Oscar era como para Simone Signoret que Yves Montand se la pegara con Marilyn Monroe. También son ganas por mi parte de recordar cosas que no importan. William Wyler, director de Vacaciones en Roma, dijo que Audrey Hepburn era la princesa pero que Deborah Kerr era la reina.
La propia Deborah Kerr era modesta en cuanto a sus dotes interpretativas. Aunque lo que hacía era reírse de sí misma y de los demás: "No creo que nadie creyera que podía actuar hasta que me puse el traje de baño". Por supuesto, en De aquí a la eternidad. Recordaba que la escena de la playa con Burt Lancaster no fue muy divertida de rodar porque, como surfistas, tenían que esperar la ola perfecta. "Casi todas las olas nos llegaban a los pies, pero necesitábamos una que nos cubriera. Tras cada toma teníamos que cambiarnos. Cuando acabamos teníamos cuatro toneladas de arena en la boca y en otros sitios". El papel de Karen Holmes estaba pensado para Joan Crawford, pero como insistía en trabajar con su propio cámara la mandaron a paseo y se atrevieron con Deborah Kerr, pese su poderosa imagen de gran señora, para interpretar a la adúltera mujer de un militar. También Robert Mitchum tuvo prejuicios con su imagen al empezar a filmar Sólo Dios lo sabe (1957), pero se le quitaron cuando escuchó a Kerr maldecir a John Huston. Ambos se adoraban. Deborah lo admiraba también contra los prejuicios. "Era un actor enorme y, al contrario de lo que pensaba la gente, el más sensible y poético de los hombres". Con Mitchum y con Cary Grant compartiría varias películas ("Cary y yo sabíamos cómo besar", dijo de Tú y yo). Cuatro con Mitchum y tres con Grant. En la adorable Página en blanco estuvo con los dos.
Quiso hacer La reina de África, pero su participación en Las minas del rey Salomón no le benefició a los ojos de MGM. Les parecía lo mismo. Con El rey y yo tuvo más suerte porque la película iba a interpretarla Maureen O’Hara pero Yul Brynner quería a Kerr. Yo eso no lo veo. A la indómita O’Hara como Ana, quiero decir. Pero sí veo a Ingrid Bergman como Terry McKay en Tú y yo (aunque no a Doris Day, otra opción antes de Deborah Kerr). Parece que Deborah Kerr y Cary Grant improvisaron en muchas escenas. Les salió muy bien.
La interpretación favorita de la actriz es la de Suspense, absurdo título español para The Innocents, la película de Jack Clayton basada en Otra vuelta de tuerca. Kerr no hizo una cuarta película con Cary Grant porque Jack Clayton rechazó que hiciera del tío (lo haría Michael Redgrave). Qué miedo da Suspense. Ahora nadie duda de la versatilidad de la pelirroja. De su capacidad para la comedia, para emocionar y para asustar. Aunque no cantara y fuera doblada por Marni Nixon (tanto en El rey y yo como en Tú y yo). Tenía razón Terenci Moix, fue una de las últimas estrellas que se permitió el lujo de saber actuar.
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