La original Tadeo Jones, con sus más de 40 millones de euros recaudados y una clara vocación internacional, se convirtió en uno de los éxitos económicos indiscutibles de la industria del cine patrio en 2012. Y, sin duda, de toda su historia. Era cuestión de tiempo que llegara la secuela, y efectivamente aquí la tenemos: un filme igual de blanco que el anterior que encuentra en su vocación de satisfacer a cuanto más público, mejor, su mejor virtud y a la vez mayor defecto. En efecto, Tadeo Jones 2. El Secreto del Rey Midas quiere ser un éxito tanto no solo en España sino también en el extranjero, una vocación de blockbuster todavía extraña en la eternamente cuestionada industria de la piel de toro.
Y elementos para conseguirlo no le faltan. Hay que reconocer que la factura visual de Tadeo Jones 2. El Secreto del Rey Midas es la de un sólido producto con ambiciones y capacidad de gustar. Desde el comienzo, con el logo de Paramount (no puede ser casual que sea el mismo que el de su gran referente, la saga Indiana Jones de Spielberg) la película de Enrique Gato y David Alonso nos anuncia un razonable espectáculo que no tarda en llegar. El equipo técnico ha mejorado la calidad de la animación y los fondos, y sin necesidad de aproximarse a la factura de un filme de Pixar, todo luce especialmente afinado y apto para la gran pantalla.
La gran paradoja de El Secreto del Rey Midas es la misma que la de la primera entrega, condenada casi desde su misma concepción a funcionar como una mera parodia de Indiana Jones. Por mucho en nuestro país tengamos un rico referente de la historieta cómica como so los tebeos de la Colección Olé, lo que sobre el papel podía adoptar poses satíricas, sociales o simplemente aventureras ricas y diferenciadoras, en la gran pantalla, en un producto de vocación universal, da la impresión de quedarse en un guiño evidente y tosco. La naturaleza de producto animado y familiar concebida para el público internacional juega entonces en su contra, limitando y encasillando la obra como producto menor.
Lo peor es el personaje, en efecto, pero es que la película no está mal. Hay que admirar el sentido del ritmo de Gato y Alonso, cómo han logrado que su película funcione mejor cuando sus personajes huyen, persiguen o pelean que cuando hablan. Y lo hacen de manera constante en un filme colorista que gustará a los niños y no aburrirá a los mayores. Entonces, Tadeo Jones 2 consigue subir al público en su pequeña montaña rusa gracias a, precisamente, su afán de copiar las películas de Spielberg, con una planificación y una banda sonora concebidas como imitación, pero una absolutamente legítima y en ocasiones muy conseguida: la persecución en Granada (con una parodia de la cultura española que no debería ofender a nadie a estas alturas, pero que por eso mismo lo hará) o la excelente secuencia de apertura bajo el agua son claros ejemplos de ello.
Gracias a esa eficacia como producto, a su amenidad, Tadeo Jones 2 cae simpática. Al fin y al cabo, no engaña a nadie desde el título, con esa cita explicita al Rey Midas de Hollywood, es decir, Spielberg, al tiempo que asume su naturaleza de producto menor a través de la inexperiencia de sus protagonistas, que luchan por ser tan valerosos y brillantes como sus referentes.