A veces a uno no le gusta lo que le gusta tanto a los demás. Es el caso de la película catalana Verano 1993 que narra la historia de una niña que se ha quedado trágicamente sin padres y de la que se harán cargo unos tíos que la llevarán a una masía donde convivirá con una prima más pequeña. La película, muy bien interpretada por la niña protagonista, gira alrededor de la no aceptación de la muerte de sus progenitores y de intentar encontrar un camino hacia lo que ella no entiende.
Toda la cinta me saca de su contexto, no me emociona ni me motiva e incluso se me hace larga y tediosa. Sin embargo, gran parte de la prensa, especialmente la femenina, aboga por ella calificándola como la mejor película del festival olvidando que sin duda ésta es No sé decir adiós. De un jurado se puede esperar de todo y a lo mejor se cumple eso de película con niños, y encima sufridores, son las que se llevan el premio. Menos mal que la niña protagonista tiene poca edad porque de lo contrario algún inconsciente le daría el premio de interpretación por el mero hecho de jugar, que es lo que hacen los niños cuando ruedan.
No obstante, tengo que reconocer que es lo más interesante que hemos visto en el día. Ya que ni la brasileña Remolino ni la argentina Gilda, no me arrepiento de este amor dan para mucho. La una por pedante y agónica y la otra porque no deja de ser un biopic de una famosa cantante muy conocida por esos lares y que por tanto suponemos que allí les puede interesar. Por cierto, si a alguno les suena este título es porque la ha podido ver en Movistar donde ya se ha emitido.
El cine español necesita "vitaminas"
También ha sido un día en la que FAPAE se ha reunido con la prensa para no dar ningún nuevo mensaje. De esta forma han comunicado que Julieta es la película española más vista en el extranjero en 2016, que las TV públicas deberían meter más dinero en la producción de películas ya que los productores no pretenden que las cadenas privadas financien las llamadas películas de autor. Finalmente, que nuestro mercado natural debería ser el latinoamericano por aquello del idioma y porque favorecería el intercambio de público y taquilla. Es decir, nada nuevo bajo el sol.
Hoy entramos ya en películas con visitas mediáticas que hará que los alrededores del Teatro Cervantes vuelva a llenarse de chiquillas gritonas que corean sus nombres y pretenden hacerse selfies con los actores. Una historia que no es ajena a este festival donde lo mediático es a veces más importante que lo cinematográfico.