La gala de los Oscar ha sido más divertida que en años anteriores. Jimmy Kimmel ha hecho un buen trabajo. Empezaba la gala con un discurso en el que hacía un llamamiento al diálogo y la unión de todos. Parecía que iba a dejar a Trump a un lado poniendo como testigo a Mel Gibson, un republicano confeso. Si embargo, una parte de las intervenciones de Jimmy Kimmel contenían bromas sobre el presidente de los Estados Unidos. Aunque hay que reconocer que la mayoría eran con humor y elegantes. Si no están de acuerdo en la elegancia, recuerden la gala de los Goya del No a la guerra.
Cuando numerosos invitados de los Oscars llegaban a la alfombra roja con un lazo azul con las siglas ACLU (American Civil Liberties Union), una organización sin ánimo de lucro en favor de los derechos civiles, hacía que temiéramos lo peor. Han sido muchos Goyas con demasiadas pegatinas. Hasta boicot a Coca-Cola por parte de Fernando Trueba, el que ahora denuncia los boicots. Sin embargo, la gala ha transcurrido con normalidad. Los agradecimientos eran agradecimientos, los gags se quedaban en eso y el guión de la gala también versaba sobre otras cosas, como la supuesta enemistad de Kimmel con Matt Damon.
Mención aparte merece algunos de los gags como meter en el teatro por la puerta trasera sin que supieran dónde estaban entrando a un grupo de turistas cámara en mano a la caza de un famoso al que fotografiar. O la lluvia de caramelos y galletas con pequeños paracaídas para los hambrientos asistentes a la gala. O cuando Kimmel ha levantado al niño de Lion con la música de El Rey León.
Sólo el mexicano Gael García Bernal se saltaba el guión al salir al escenario a entregar un premio para decir que está en contra de cualquier muro. Sí, han leído bien, García Bernal es el único que se ha saltado el guión. ¿Pero no entregaba premio Javier Bardem? Pues sí. ¿Pero no llevaba pegatina o el lazo azul? Pues no. ¿Pero...? No, nada de lo que están pensando. En uno de esos recursos que ayudan a hacer la gala más ágil y que los Oscar tan bien saben hacer, aparecía un vídeo con un actor joven viendo la película de un actor maduro a quién admira explicando el por qué. Posteriormente ambos salían juntos al escenario. Así, Charlize Theron elegía a Shirley Maclaine, Seth Rogen a Michael J. Fox y Javier Bardem a Meryl Streep. ¿Y una vez en el escenario no dijo nada? Nada de nada. ¿Estando además con la sobrevalorada Streep según Trump? NA-DA.
La equivocación
De una forma más o menos divertida, pero con una realización como siempre impecable, llegábamos al final de la gala. Dos viejas glorias como Warren Beatty y Faye Dunaway salían a dar el premio gordo de la noche, el de Mejor Película. Warren abría el sobre y vacilaba, miraba dentro del sobre, miraba a Dunaway, miraba otra vez dentro del sobre. Al final decía La La Land y todo el reparto encabezado por los productores subían al escenario para recoger las estatuillas. Quiero dedicárselo a mi madre, mi padre... qué pasa... mi hermano... ¿por qué me interrumpes? "Que suban los de Moonlight porque el Oscar es para ellos, no es broma".
Warren Beatty explicaba que en el sobre ponía Emma Stone por La La Land, es decir, habían duplicado el de Mejor Actriz. Por eso decidió leer el nombre de la película. ¿Se acuerdan de los Goyas 2013? Aquel año en el que los sobres de Bárcenas y el PP eran el centro de las bromas, nada elegantes, cuando no de los ataques directos como el de José Corbacho. Con ese contexto, Adriana Ugarte y Carlos Santos se confundieron de sobre y leyeron el que no era. Más de uno en el PP pensó aquella noche que aquello tenía un nombre, Karma. Pues algo parecido debe estar pensando Donald Trump.