Pocas, poquísimas sorpresas en esta 31 edición de los Premios Goya. Si exceptuamos el doble premio de interpretación, reparto y protagonista, para Emma Suárez por sus interpretaciones en La próxima piel y Julieta, respectivamente. Aunque esta gesta no es inédita pues ya la logró Verónica Forqué hace 30 años.
Como estaba previsto, Un monstruo viene a verme se lleva lo que llamamos premios técnicos mientras el grueso fuerte (interpretación, guión, dirección novel y película) ha sido para Tarde para la ira. Las más favoritas no se han ido de vacío y al menos se han llevado como mínimo un premio de consolación.
Premio de consolación que no ha tenido La reina de España ya que no se ha llevado nada. Lo digo por aquellos que dicen que la prensa se ha cargado esta película. Recordemos a todos que estos premios los votan los miembros de una academia de cine entre los que se encuentran técnicos, directores, actores, productores… es decir, colegas del señor Trueba que han decidido no darle ningún premio. Por lo tanto, si hay que hablar de perdedora, esta es La reina de España. Por cierto, no hemos visto a Fernando Trueba en la ceremonia aunque sí a una guapísima Penélope Cruz.
En cuanto a la ceremonia, la palabra de Dani Rovira de no hacer ningún comentario político se ha cumplido. Incluso les ha tirado una pullita al principio diciendo que le iba a dedicar a todos el mismo tiempo que ellos han dedicado a hablar del cine y la cultura en general en sus mítines y programas políticos. Ha realizado un gesto mudo de diez segundos, es decir, sin comentarios, como ellos.
Ha estado Dani Rovira más comedido que en ediciones anteriores en una gala que ha pretendido ser más corta que otras y creemos que lo ha conseguido. Al menos sus discursos, en su mayoría, han sido muy breves. En sí la gala no ha llegado a las tres horas de duración. Los números musicales apenas han existido y la música ha estado presente en el escenario acompañando al presentador y a los premiados.
En mi opinión no ha habido ningún discurso brillante exceptuando el de Ana Belén haciendo un repaso desde sus inicios en el cine hasta su última aparición en La reina de España. Hemos visto mientras ella hablaba y le dedicaba palabras emocionadas a su familia a un Víctor Manuel contenido y emocionado y a su hija, también actriz, dando rienda suelta a las lágrimas.
Os preguntaréis si me ha gustado. Pues la verdad es que a estas alturas de ceremonias ya no sé distinguir si me ha gustado o no. Quizás porque echo de menos verla desde un sillón en mi casa con amigos y poder disfrutar, o no, de este espectáculo que no deja de ser una retransmisión televisiva. Siempre en las distintas sedes donde se ha celebrado estos premios la gala no se ve en condiciones optimas ni en paz ya que al fin y al cabo estás trabajando.
Aunque después de haber sufrido la que se celebró hace muchos años en la ciudad de Barcelona, cualquiera os lo puedo asegurar, me parece buena comparado con el horror que tuvimos que vivir los periodistas en aquella gala. Uno siempre tiene la ilusión de que la próxima será mejor y a lo mejor la 32, por qué no, me sorprende. Ésta, insisto sin darme igual no me ha sorprendido.