En el funeral de Debbie Reynolds y Carrie Fisher Meryl Streep cantó Happy days are here again! y todos los presentes terminaron uniéndose a ella. Los presentes eran, entre otros, Holly Hunter, Jamie Lee Curtis, Ellen Barkin, Candice Bergen, Penny Marshall, George Lucas o Tracey Ullman. No sé si la cantó como ese inolvidable dúo de Judy Garland y Barbra Streisand en El show de Judy Garland, cuanto esta introducía la letra del "Get Happy" (la misma versión fue la que interpretaron en Glee). Eso sólo lo supera Victoria de los Ángeles cantando el "Pie Jesu" del "Requiem" de Fauré en el funeral de su hijo Juan Enrique.
En Florence Foster Jenkins, Meryl Streep hace de una señora que cantaba fatal. Todos sabemos que Meryl Streep canta tan bien como pone acentos, cosa que descubrimos (lo de cantar) en Postales desde el filo (1990). Dando vida al alter ego de Carrie Fisher deslumbró con I’m checkin’out y con You don’t know me. En Bright Lights, el documental de HBO estrenado a la muerte de madre e hija, Fisher admite que algunas cosas de la película pasaron de verdad. De hecho, vemos a Debbie Reynolds cantando "I’m Still Here", como Shirley McLaine en Postales desde el filo. Hablando de canciones, tiene gracia también en el documental que Carrie Fisher se arranque a los 15 años con Puente sobre aguas turbulentas. Ya adulta se casaría con Paul Simon (en Wishful Drinking escribió: "El último sitio al que fuimos juntos fue el Amazonas, que recomiendo si te gustan los mosquitos"). Muchos años después de Postales desde el filo, Meryl Streep demostró en Mamma Mia (2008) que su versión de "The Winner Takes it All" daba cien patadas a la de Agnetha Fältskog. En fin, que nada de lo que Meryl Streep dijera en los Globos de Oro puede superar su canción en el funeral de Debbie y Carrie. Lástima que eso no lo hayamos visto.
Meterse con Trump es tan vulgar, fácil y ya visto como ir con los alerones peludos, cosa que hizo Lola Kirke, de Mozart in the Jungle (y hermana de Jemima Kirke, la de Girls). Además llevaba una chapa en la que se leía "Fuck Paul Ryan", por el presidente del Congreso de Estados Unidos. Lo más divertido de los Globos de Oro es que las lumbreras de Hollywood actúen como nuestros actores en los Goya. Que Meryl sea Alberto San Juan. Sólo falta que Trump los llame titiriteros. Sí tuiteó que Meryl Streep, "una de las actrices más sobrevaloradas de Hollywood", no lo conoce pero lo atacó en los Globos. Lo mejor, el final: "Es una…". ¿Una qué? Con ese tuit, Trump ha conseguido, más allá del discurso, que la actriz sea una heroína, como ha señalado John Lithgow. Pero Meryl Streep nunca ha sido alabada por todos. Truman Capote no podía con ella ("Tiene nariz de pollo, me da grima"). Katherine Hepburn tampoco le gustaba ("Demasiado cerebral, depende mucho de la técnica").
El discurso de Meryl Streep era tan previsible como un artículo de Arturo Pérez-Reverte donde este se saque la escopeta y las postas loberas. Y resulta tan aplaudido uno como otro. ¿Ahora va a descubrir que Hollywood está lleno de extranjeros? Natalie Portman es de Jerusalén. Y Ryan Gosling de Canadá. Como si el muro fuera para ellos. Por no hablar de que trataba a los miembros de la prensa extranjera de Hollywood como si fueran una reencarnación de Edward R. Murrow. También citó a Carrie Fisher ("mi querida amiga, la recién fallecida princesa Leia"), que le dijo una vez: "Toma tu corazón roto y conviértelo en arte". Menos mal que eso lo sigue haciendo en la pantalla, aunque últimamente sólo pille películas horribles. Eso me preocupa más que Trump. Pero ni Meryl Streep va a conseguir que deje de gustarme Meryl Streep.