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Rosa Belmonte

Cary e Ingrid

Cary Grant ayudaba a Bergman a preparar sus diálogos sin que Hitchcock se enterase. Cuando se fue a Stromboli y todos la pusieron verde, él la defendió.

Cary Grant ayudaba a Bergman a preparar sus diálogos sin que Hitchcock se enterase. Cuando se fue a Stromboli y todos la pusieron verde, él la defendió.
Ingrid Bergman y Cary Grant | Cordon Press

Durante el rodaje de Encadenados (1946) Ingrid Bergman escribió a una amiga: "Estaba convencida de que Cary Grant iba a ser un arrogante y un presumido, pero ha resultado ser uno de los compañeros más agradables que he tenido". Su relación con Ingrid Bergman, sin implicaciones románticas, es lo más bonito que se puede contar de él a los 30 años de su muerte (el 29 de noviembre de 1986). Cary Grant, que solía ser distante y reservado con las actrices, vio su vulnerabilidad y la protegió. Charlaban hasta tarde. A veces ella tenía problemas con sus diálogos. Dominaba el inglés pero se le escapaban algunos matices. Cary Grant podía ayudarla durante horas a preparar sus líneas sin que Hitchcock llegara a enterarse. Al año siguiente proclamó que la Academia debería dar un premio especial cada edición de los Oscar a Ingrid Bergman, tuviera película o no. No hablaba tan bien de todos. Tiempo después, cuando irrumpieron otras estrellas, lo soltó claramente: "No entiendo esa obsesión por los nuevos ídolos del cine. Me refiero a Marlon Brando y su método, pero también a Monty Clift y a James Dean. Algún productor debería contratar a los tres en la misma película para que acaben a puñetazos. Así, James Stewart, Spencer Tracy y yo volveremos y empezaremos a hacer otra vez películas de verdad como las que siempre hemos hecho". Supongo que ‘Indiscreta’ era una película de verdad.

Cuando la actriz sueca se fue con Rossellini, Hollywood y sus predicadores la pusieron verde (ella estaba encantada en Stromboli). Entre los pocos que la defendieron siempre estuvo Cary Grant. En 1956 regresó, casi perdonada, para rodar Anastasia. Le dieron el Oscar pero estaba en París rodando Té y simpatía. Lo recogió Cary Grant. Este y Stanley Donen pensaron en Ingrid para Indiscreta. Donen fue a París a verla. En cuanto supo por el director que Cary Grant quería hacer la película con ella dijo que sí. Luego le preguntó de qué iba. Ingrid cobró 75.000 dólares más un porcentaje de los beneficios brutos y libres de impuestos. La sueca se enteró más tarde de que Grant, que sabía de sus estrecheces en Italia, fue quien intervino para que recibiera el porcentaje de los beneficios además del sueldo. Y autorizó un vestuario firmado por Dior y Balmain. La película fue un éxito. Pero eso ya lo imaginaba Grant: "Sólo hay siete estrellas en el mundo cuyo nombre es suficiente reclamo para que los banqueros suelten dinero con el fin de rodar una película sin pedir nada más a cambio. Y la única mujer de esa lista es Ingrid Bergman".

Ingrid Bergman llegó a Londres el 10 de noviembre de 1957, tres días antes de iniciar el rodaje. Grant estaba esperándola en Heathrow. "Gritó sobre la cabeza de los periodistas: ¡Ingrid, espera a escuchar mis problemas!", recordaría ella años después. Cuando los periodistas empezaron a morder la presa, preguntándole por su inminente divorcio de Rossellini, Grant intervino: "Venga, chicos, no podéis preguntar eso a una dama. Preguntadme a mí lo mismo y os daré una respuesta. ¿Que no estáis interesados en mi vida? Es el doble de divertida que la de Ingrid".

La pareja formada por Grant y Bergman, ahora un amor maduro, volvió a llenar de cine la pantalla. Al final del rodaje, Ingrid encontró un pequeño paquete en su camerino. Era la llave Unica de Encadenados. La que ella le quita a Claude Rains del llavero para bajar a la bodega donde encuentran el uranio (y donde el marido los pilla besándose). Grant se la había llevado de recuerdo. Una nota en el paquete decía que la guardara, que a él le había dado suerte y esperaba lo mismo para ella. En 1979, el American Film Institute dio un tributo a Hitchcock. Y allí estaban Cary Grant e Ingrid Bergman (su última aparición pública juntos). Ingrid Bergman se salió del guión y sorprendió a Hitchcock ofreciéndole la llave.

Parece que Rosalind Russell no tuvo tanta suerte. Una vez, Cary Grant dejó su Rolls a la actriz. La que había sido su compañera en Luna nueva se lo devolvió el día pactado. "Llama a mis agentes para que te den la factura por el alquiler del coche y el chófer", le dijo él. A Ingrid no le habría cobrado.

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