Hace exactamente un año nos dejó el gran Wes Craven (1939-2015). "Missing but not forgotten", si me permiten el anglicismo, hemos preparado este rápido recordatorio de por qué los aficionados al terror siempre echaremos de menos al denominado "intelectual del terror".
1. Auténtica fuerza motriz del género, el profesor universitario devenido en cineasta se las arregló para renovar el terror en, como mínimo, tres ocasiones, a una por década en activo. Criado en una estricta familia bautista, Craven apenas pudo ver películas hasta casi la mayoría de edad... y seguro que se desquitó a lo largo de su carrera.
Resumiendo: 1) Con Las colinas tienen ojos y La última casa a la izquierda nos adentró en el terror de autocine de íntimo presupuesto, que con cierto aliento contracultural estampaba el descontento social de la época al tiempo que criticaba el "American Way" (al tiempo que, evidentemente, potenciaba el sensacionalismo); 2) Diez años después construyó a golpe de cuchilla el cine de terror fantástico de los ochenta con Pesadilla en Elm Street (que generó pingües secuelas e imitaciones industriales, recreando un moderno hombre del saco -Freddy Krueger- que sintetizó la sociología de la época) y 3) se burló de todo lo anterior en Scream, sarcástico pero entusiasta comentario al género con unos protagonistas que, progresivamente, adquirían consciencia de vivir ellos mismos una película de terror.
Si Wes hubiera vivido otra década, probablemente se las habría arreglado para una otra nueva vuelta de tuerca.
2. Porque Wes Craven sabía que, además de todo lo anterior, el género está para hacer cosas como, por ejemplo, ésta:
El momento pertenece a su problemática Amiga Mortal, receptora de todo tipo de cambios en postproducción que probablemente desequilibraron el conjunto... pero que demuestra lo bien que se le daba mezclar humor y horror. Las cintas de Craven son más listas de lo que parecen, y lo saben; ellas mismas llevan el germen de la autoparodia en la sangre.
3). Su filmografía es lo bastante colorida como para, pese a sus hitos, albergar un buen puñado de rarezas y sorpresas. ¿Se acuerdan de La cosa del pantano, una lejana aportación al legendario personaje de DC Comics? Mucha gente no, pero ahí está: dirigida por Wes Craven en 1982, la cinta contiene unos cuantos momentos hilarantes e inclasificables, producto de unos efectos especiales anticuados que tampoco tapan su sentido.
4. También amamos a Wes Craven por las veces en las que erró el tiro. Porque eso significa que lo intentas, que no te quedas quieto. Bien es cierto que muchas veces ocurrió a posteriori, con remontajes, reescrituras y retrasos producto de ajustes a posteriori de los productores. Wes Craven sufrió bastantes producciones problemáticas, de esas con el sambenito de "malditas" como es el caso de la citada Amiga Mortal, Cursed (La maldición) o la todavía reciente Almas condenadas (2009).
Incluso algunas películas fallidas sirvieron para algo: podemos considerar Shocker (100.000 voltios de terror) (1989) como un precedente para La nueva pesadilla de Wes Craven (1994), y a ésta como un fenomenal prólogo de Scream (1996), que llegaría apenas unos años después. En los noventa, Craven iba desmontando progresivamente el icono pop en el que se convirtieron sus películas, comentando la inevitabilidad del monstruo: entonces era imposible para sus víctimas huir de Freddy; su influencia cultural acabó siendo tan abisal como nuestros sueños. La última entrega de Freddy, La nueva Pesadilla, fue un fracaso en su época, pero vista hoy es la más inquietante por su valor alegórico y su inédita autoconsciencia.
5) Las joyas ocultas. Que levante la mano quien no aprecie El sótano del miedo (1991), una comedia de terror en clave de cuento de hadas con un hondísimo trasfondo social; La serpiente y el arco iris (1988), que aporta una visión realista al mito del muerto viviente que avergonzaría al fan estándar de The Walking Dead; Vuelo nocturno (2005), un concentradísimo thriller hithcockiano con tensión, humor y malicia; y no nos olvidamos de Música del corazón, proyecto personal e inédita aportación al drama de un director de género. Joya o no, aquí Wes Craven se defendió como artesano multigénero y logró una nueva nominación al Oscar para su protagonista, Meryl Streep, demostrando de paso sus preocupaciones académicas y sociales fuera de su zona de confort.
6) Porque daba gusto oírle: un comentario o entrevista a Craven nos revela a ese hombre de gran educación e inteligencia que todo el mundo dice que fue. El profesor de Humanidades que quiere aterrarnos, pero también señalar esos terrores de la infancia jamás superados, y que deja cierto poso intelectual tras la matanza. O si quieren, ese artista eternamente joven interesado en señalar nuestros terrores internos, analizarlos, más que en fustigarnos con ellos... pero que a la vez supo cómo explotarlos para su conveniencia. Perverso e inteligente, en nuestro interior muchos seguimos viendo a Craven como nuestro amigo.
7) Porque no era un chapuzas. Pese a iniciarse en cintas de nimio presupuesto, Craven fue escalando pacientemente en la escala de Hollywood. Y acabó rodando y editando muy bien. Estamos ante un director imaginativo, que no aburre, que no pierde el ritmo y que sabe orquestar secuencias de acción complejas, explotar el escenario en esas persecuciones del gato y el ratón. En el futuro, muchos tomarán notas de cómo se desarrollan sus mejores filmes, tanto en forma como en fondo.