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Jesús Guzmán cumple 90 años... y sigue en el cine

Se hizo popular como cartero de Crónicas de un pueblo.

Se hizo popular como cartero de Crónicas de un pueblo.
Jesús Guzmán, actor. | Cordon Press

Llegar a la edad de noventa años y permanecer activo en tu profesión no está al alcance de cualquiera, y menos en estos tiempos de crisis. Jesús Guzmán cumple esas nueve décadas este miércoles, 15 de junio, con un aspecto físico que no delata del todo la fecha de su calendario natal, y con plena lucidez y gran sentido del humor; esto último es lo que le ha caracterizado siempre y que le ha servido para la mayoría de sus trabajos en los tres medios: teatro, cine y televisión.

Dicho su nombre y apellido de sopetón puede que no sea reconocido si tampoco se acompaña el dato con algún testimonio gráfico. Mas si les decimos que fue Braulio, el cartero de la serie Crónicas de un pueblo, apuesto a que lo recordarán muchos de nuestros lectores. "Es el personaje por el que me sigue reconociendo mucha gente por la calle, el que me hizo popular". Eso sucedía cuando aún Televisión Española emitía en blanco y negro, entre los años 1972 y 1974. Antonio Mercero, guionista y director de Crónicas de un pueblo, cumplió con el objetivo que le encomendaron: ser didáctico con los telespectadores, para que se enteraran de nuestras leyes fundamentales, derechos y obligaciones, a través de unas historias sencillas, amenas y fáciles de comprender, rodadas en una pequeña localidad de la provincia de Madrid.

Jesús Guzmán, aunque nacido en Madrid el 15 de junio de 1926, vivió su infancia y adolescencia y parte de su juventud en Barcelona. Hijo, nieto y bisnieto de actores, debutó en las tablas con sólo nueve años. Desarrolló la primera parte de su carrera, hasta mitad del siglo XX, en compañías teatrales, algunas muy importantes encabezadas por nombres ilustres del arte de Talía: Irene López Heredia, Guadalupe Muñoz Sampedro, Rafael López Somoza… Al cine llegó en 1956 con un pequeño cometido en Manolo, guardia urbano, que protagonizó Manolo Morán.

Desde entonces hasta nuestros días, Jesús Guzmán ha intervenido en ciento sesenta películas normalmente en cometidos propios de actores genéricos, o característicos, como se dice en el argot, pero muchas veces plenos de eficacia. La vis cómica de nuestro amigo queda fuera de toda duda, con una dicción clara y apropiada, y un físico (por lo común con bigote), delgado, encarnando tipos a veces normales, otras excéntricos, a los que siempre sacó partido. Es de esos actores que, nada más verlos en un teatro o en la pantalla, provocan por lo menos una sonrisa inicial cuando todavía no han farfullado siquiera una frase.

A las órdenes de Sergio Leone

Hay en la vida artística de Jesús Guzmán pasajes tiernos cuando, tal vez al no encontrar mejor contrato, estuvo una temporada haciendo teatro guiñol y regalando golosinas a los niños en una popular barriada madrileña, en Carabanchel. En su abundante filmografía antes cuantificada nos sorprende recordar que intervino en algunos westerns históricos, a las órdenes de Sergio Leone, como La muerte tenía un precio y en otros muchos títulos de comedias muy taquilleros como Tres de la Cruz Roja, Atraco a las tres, La gran familia, Marisol rumbo a Río, Más bonita que ninguna, Historias de la televisión y más recientemente El Gran Vázquez, rodada hace seis años y Los del túnel, de este mismo año. Es decir que sigue en activo, contento de que todavía, ahora nonagenario, despierte el interés de un productor o un director. Y él ha trabajado para los más importantes del cine español.

En teatro tuvo compañía propia, más de una vez dedicado al género de la revista musical. Y en televisión ha intervenido, aunque fuera también en breves cometidos, en series de gran audiencia, como Anillos de oro, Farmacia de guardia, Médico de familia y en fechas más cercanas, en uno de los programas de José Mota. Otros trabajos suyos son guiones propios. Casado con la actriz Elena García desde 1951, es padre de cuatro hijos. Es hombre de carácter afable, comunicativo, que se siente feliz al ser reconocido por la calle y en lugares públicos. Y eso, a su edad, es signo bien elocuente de que es muy querido y recordado.

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