José Bódalo, en el centenario de su nacimiento
Salía a veces a escena con un pinganillo para seguir los partidos del Real Madrid.
Hace pocos días el programa de la 2 dedicado al cine español emitía Volver a empezar, la premiada película del Oscar de José Luis Garci. La escena más emotiva reunió a dos espléndidos actores, Antonio Ferrandis y José Bódalo. El primero, en su personaje de catedrático de Literatura en San Francisco comunica a su viejo amigo de Gijón el estado de salud y éste, leyendo el diagnóstico, lo corrobora en su papel de médico. Unos pocos gestos sirven para patentizar su dolor e impotencia ante el drama de su paisano. Antológica secuencia que mereció el día del estreno de la película –me hallaba presente- una sonada ovación de los espectadores. Si José Bódalo no estuviera ya consagrado como grandísimo actor, aquella interpretación le hubiera servido para serlo. Pero es que fueron muchísimas las ocasiones en las que lució su talento, en la pantalla, en el teatro y en la televisión donde, por ejemplo, lo recordamos en su inolvidable presencia en Doce hombres sin piedad que, todavía en los tiempos del blanco y negro, dirigió maravillosamente Gustavo Pérez Puig, al punto que se considera fue el mejor Estudio 1 de la historia de TVE.
Ahora, este 24 de marzo se cumple el centenario del nacimiento de José Bódalo, efeméride que justifica con toda justicia que nos ocupemos, siquiera brevemente, de esta gran figura. Hijo de un buen actor y director, llamado como él, y de la gran estrella Eugenia Zúffoli, quien no sólo destacó en el teatro dramático y la comedia sino en la zarzuela y la revista musical, donde mostraba también su atractivo físico. La venida al mundo de José sucedió en Córdoba (Argentina), durante una gira teatral de sus progenitores. Resolvió ser médico. Él mismo me refirió lo siguiente:
Llegué a estudiar tres cursos de Medicina, y del cuarto no me examiné porque por entonces yo alternaba la carrera con mis primeras colaboraciones en Radio Caracas. Nada interfirieron mis padres en ninguna de mis dos aficiones, pero elegí finalmente ser actor, sin que ello significara nunca sentirme frustrado por no haber sido médico.
El fútbol, su otra pasión
Daba muy bien, físicamente, José Bódalo, convenientemente caracterizado, con el personaje del pintor de Fuendetodos. A primera vista, parecía ser un hombre malhumorado, cuando en verdad respondía a todo lo contrario. Su mayor pasión, al margen de su trabajo, era el fútbol. Si retransmitían algún encuentro de su equipo, el Real Madrid, se las componía para aligerar la función e irse deprisa y corriendo a seguir por televisión las incidencias del partido. Llegó a decirse que alguna vez se sirvió de un pinganillo para, en el mismo escenario, sin olvidarse una frase de la representación, estar al tanto de cómo iba la jornada futbolera.
Casado con Alicia Fernández, que le dio dos hijas, tuvo la alegría de que una de ellas fuera apadrinada por su gran amigo, el jugador merengue Héctor Rial. Un día, gajes de su oficio tan sacrificado, pasó por un amargo trance, que el actor me contó llevándome desde su camarín hasta el centro del escenario del María Guerrero: "Aquí mismo tuve que salir a actuar a las siete en punto de la tarde, como todos los días. Sólo que esa tarde, a las seis menos veinte, mi padre acababa de morir". Se me puso un nudo en la garganta en aquel momento de nuestra conversación, al igual que a él, lógicamente. Acerca de su carácter, me confiaba esto: "Soy sincero, extravertido, natural, nada callado, hablo con todo aquel que se me acerca por la calle. Y cuando salgo a escena doy todo lo que puedo y aguanto la gripe, el dolor, lo que sea, con tal de no suspender jamás una función".
Su último trabajo fue para Televisión Española, la comedia musical Luna de miel en El Cairo. El último día de grabación se despidió de sus compañeros anunciándoles que iba a operarse de un forúnculo. Ciertamente, fue intervenido quirúrgicamente de ello. Pocos meses después, el 24 de julio de 1985, fallecía en su domicilio madrileño a la edad de sesenta y ocho años. Procuraba eludir la fecha de su nacimiento: "De eso no hablo ni con mi mujer, como tampoco con nadie sobre dinero, asunto que dejo para los inspectores de Hacienda, y tampoco acerca de mis ideas políticas", me dijo un día.
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