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Juan Manuel González

Crítica: 'Frente al mar', con Angelina Jolie Pitt y Brad Pitt

La película de Angelina Jolie Pitt es pretenciosa y aburrida. No hay mucho más que decir.

Frente al mar | Universal Pictures

El logo "vintage" de Universal Pictures que abre Frente al mar, la tercera película como directora de Angelina Jolie (acreditada a partir de ahora como Angelina Jolie Pitt), nos anuncia parte de las intenciones de la, también, actriz protagonista. Y digo bien, parte. Estamos ante un drama romántico concebido a modo de homenaje o simulacro de Michelangelo Antonioni y el cine europeo clásico, pero también -y sobre todo- un vehículo para el lucimiento de la pareja, que no se encontraba delante de las cámaras desde el thriller de acción en el que se conocieron, la un tanto subvalorada Sr. y Sra. Smith.

En cierto modo, Frente al mar podría funcionar como la secuela europea y sin disparos de aquella: si la primera era una explosiva comedia de acción sobre una pareja que recupera la pasión entre explosiones, el presente -realizado 11 años después, con la pareja plenamente establecida- es un silencioso drama romántico adornado con canciones de Jane Birkin sobre las penurias de un matrimonio veterano que trata en vano de arreglar sus problemas. El tema es que, de nuevo, los dos protagonistas vuelven a actuar como trasuntos o representaciones de los propios Pitt y Jolie, aquí una pareja norteamericana de vacaciones en la costa francesa que afronta la madurez y la evidente disolución de su matrimonio.

El problema de fondo, y les anticipo que es enorme, es la bestial autocomplacencia -consciente e inconsciente- que habita tras el invento. Frente al mar es una película cuyo ritmo lento y ausencia de diálogos trata de alejarse todo lo posible de una narrativa hollywoodiense que podríamos tildar de convencional. Bravo por Jolie, que trata aquí de alejarse de fórmulas establecidas e internarse en terrenos resbaladizos, lejanos a la de sus dos discutibles pero esforzadas aportaciones anteriores, Tierra de leche y miel e Invencible. Pero en este caso, son rasgos que casi siempre juegan en su contra, despojando a la cinta de toda acción real sin que destaque el retrato de personajes; exhibiendo una faceta de capricho esteticista que contradice el drama sincero, íntimo, que suponemos habita en el centro de la película. Un argumento muy serio reducido a capricho artístico, porque si caminas a hombros de Antonioni, asegúrate de que tu película no parezca más bien el último número de Vogue.

Hay que agraderle a la actriz y directora que se la juegue de esta manera. Hay en Frente al mar un puñado de ideas maduras y nada relamidas sobre el matrimonio, el paso del tiempo y la pérdida que invitan a la reflexión y que delatan la inteligencia de Jolie Pitt. Por no hablar de recursos de producción: evidentemente, el paisaje es precioso y simbólico, como también la sutil partitura de Gabriel Yared (El Paciente Inglés) y las aportaciones excelentes de ciertos secundarios como Niels Arestrup. Pero ella, en el fondo un tanto confundida como cineasta, no hace sino ocultarlas con su tratamiento manierista, subrayando sus propias incapacidades como directora así como sus vicios como actriz. En la última parte, la naturaleza de su fracaso se certifica en las concretas explicaciones finales, emborronando esa abstracción que se ha esforzado en lograr durante dos largas -subrayo lo de largas- horas.

El caso es que Frente al mar termina con el espectador dormitando tras horas de Angelina Jolie desconsolada. Roland y Vanessa, los alter ego de ambas estrellas, no dan la impresión de erigirse ante nosotros como verdaderos personajes. La relamida exquisitez y ansias de relevancia de Jolie-Pitt estomagan, y pese a la excelente factura la película parece más la obra de un cineasta amateur que de un "auteur".

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