Lo mejor de La juventud es que no sale Toni Servillo. Lo mejor de La juventud es que quien sale es Michael Caine. Vale, Harvey Keitel y Jane Fonda también ponen lo suyo. Fonda se ha dejado afear y avejentar como una señora que hace señores. Con esa pinta en L’Oreal no la dejarían ni limpiar las oficinas. De anunciar cremas ni hablamos. Michael Caine, que cumplirá los 84 el 14 de marzo, es de los que cree que Gran Bretaña debe dejar la Unión Europea. Ha dicho que va a votar por el Brexit porque su país no puede ser dominado por grises funcionarios en Bruselas. Emma Thomson ("la querida de la izquierda", según el Daily Mail), está en el otro lado: "Pues claro que voy a votar para quedarnos en Europa, ¿bromea? Dios, por supuesto, sería una locura no hacerlo. Debemos borrar las fronteras, no ponerlas". Pero, vaya, que a Cameron estos dos le importan un bledo, el que le molesta es Boris Johnson.
A mí también me da igual lo que Michael Caine piense de la Unión Europea. Me preocupa más que su película favorita sea Educando a Rita. ¿De todas las que has hecho, Educando a Rita? Claro, que todavía me parecería peor que eligiera La juventud, de la que ha dicho: "La única alternativa a interpretar gente vieja es interpretar gente muerta. Así que prefiero gente vieja, es mejor idea". Su personaje es músico, igual que en La gran belleza el protagonista era escritor. Teniendo en cuenta ese concierto basuriento, esa canción espantosa y esa soprano que da risa (el aspecto, no la voz), el discurso de Sorrentino (Yo quiero ser como Fellini) se queda en nada. Pero la película muy bonita, eso sí. Y Maradona muy gracioso. También Hitler. Si fuese una película importante sería muy parodiable. También es verdad que French & Saunders tampoco están en activo, pero habrían hecho una obra de arte del despiporre, igual que hicieron con El séptimo sello.
De Michael Caine, que tomó el apellido del motín del Caine, lo que más me gusta es su atolondrado Elliot de Hannah y sus hermanas (1986) persiguiendo a Lee (Barbara Hershey) por las calles del Soho neoyorquino. Y regalándole poesía. "Nadie, ni siquiera la lluvia, tiene las manos tan pequeñas" (e.e. cummings). Woody Allen también ha querido siempre ser Bergman. Hannah y sus hermanas no es Interiores pero tiene la estructura de Fanny y Alexander. Michael Caine había presentado a Woody Allen y Mia Farrow veinte años antes. No se lo tuvieron en cuenta.
Me gusta imaginarme al actor británico de acento cockney siendo adiestrado por Vivien Leigh para parecer de Georgia en La noche deseada (1967), de Otto Preminger, donde ya coincidió con Jane Fonda. ¿Quién mejor que Escarlata O’Hara para enseñarle a pronunciar como un auténtico sureño? Vivien tuvo a Michael diciendo todo el día y durante semanas "Four door Ford". Lo contó él en su autobiografía What’s is all about.
En los años 60 se bebía dos botellas de vodka al día, se fumaba 80 cigarrillos y se paseaba por Londres con Peter O’Toole, Richard Harris, Oliver Reed y Terence Stamp, con quien compartió piso. Eso sí es la juventud. Y molar.
Antes de que supiéramos de la cantante colombiana que luego se ennovió con Gerard Piqué, a la única Shakira que conocíamos era a la mujer de Michael Caine. La vio por primera vez en un anuncio de café de Ridley Scott y se enamoró.
1986, el año de Hannah y sus hermanas, también es el año en que España entró en la entonces llamada Comunidad Económica Europea. Ya nos gustaría a nosotros poder elegir.