El fenómeno de John Green, uno de los mayores superventas de la literatura young-adult, no podía tardar en llegar al cine. Cuando hace dos veranos se estrenó el romance Bajo la misma estrella, el público respondió acudiendo en masa a una película de bajo presupuesto que acabó erigiéndose como uno de los éxitos del año. Ahora el mismo equipo repite la jugada con Ciudades de Papel, que se lanzó en DVD y Blu-Ray esta misma semana. Una comedia juvenil en torno a la búsqueda de la chica perfecta… o quizá sobre un cambio interior algo más profundo, lo que automáticamente la sitúa por encima de la media.
Nat Wolff, su protagonista, tiene claro qué es lo que encanta a los lectores de Green y lo resume claramente, en una línea. "Creo que trata a sus personajes, normalmente adolescentes, con respeto y sin menosprecio. La gente que escribe para jóvenes suele hablar poniéndose por encima de ellos". Wolff, entrevistado un hotel de Madrid con objeto de la película, asegura que en el fondo se trata de una cuestión de "honestidad". "Si lo consigues puedes llegar a mucha gente. Los libros de John lo son, y eso es algo que Jake Schreier [director de Ciudades de Papel] ha sabido plasmar en la película".
Una aventura promocionada como un romance chico-conoce-chica, y que durante su primer acto casi logra atenerse a sus normas, para después dar un giro hacia otro territorio distinto. "Creo que lo más intenso es la amistad de los tres chicos", asegura el actor, que este mismo año ha coprotagonizado El becario (ahora en cartel), junto a Robert De Niro y Anne Hathaway, y que también fue uno de los candidatos de Marvel para convertirse en el nuevo Spider-Man. En Ciudades de Papel Woff, más que Cara Delevingne, es la estrella de la función, en tanto todo bascula alrededor de la maduración y despertar al mundo de Quentin, su personaje. "Cuando tenía 12 o 13 años me sentía como él, incómodo conmigo mismo, algo que va cambiando según pasa la película. Los chicos tendemos a proyectar nuestras fantasías sobre las chicas".
En efecto, según avanza la acción, Ciudades de Papel se transforma en un canto a la amistad y una búsqueda, tanto física como interior, que amplia notablemente las miras del largometraje. Un casting elaborado en torno a Wolff permitió recrear la amistad de la pandilla… o más bien plasmar, porque ésta era real. "En un 95 por ciento de los casos es mentira" -asegura- pero nosotros estábamos muy compenetrados, completamente relajados. Nos llamábamos unos a otros por el nombre de los personajes, estábamos en un mundo mágico". Justice Smith, uno de ellos, es de hecho compañero de piso de Wolff en Nueva York. Lo que dio paso a la improvisación, como el ya famoso gag de Pokemon: "No estaba en el libro. Probamos varias canciones y alguien sugirió Pokemon, y en ese momento era la única canción de la que los tres conocíamos toda la letra".
Ciudades de Papel es una de esas cintas con la extraña capacidad de plasmar un estado de ánimo: "Fue como ir en una máquina del tiempo hacia la primera adolescencia. Para conectarme con mi ser anterior volví a escuchar música de la época, vi vídeos de mi mismo a esa edad, e incluso la ropa". Lo de la música no es casual, Wolff compartió el grupo musical The Naked Brothers Band con su hermano, centro absoluto de una serie homónima de Nickelodeon, y tiene una canción incluida en la banda sonora del filme. "Me sentí más implicado en el proceso creativo de lo que nunca he estado en otra película. Leí con los demás actores en las audiciones, y todos los que eran mi primera opción acabaron en la película".
Detrás de todo están Scott Neustadter y Michael H. Weber, guionistas de Bajo la misma estrella, en la que Wolff tuvo un papel secundario. Dos autores que parecen haber entendido perfectamente el universo de John Green, y a través de él recuperado un equilibrio de humor y drama que se creía perdido en el género juvenil desde hacía muchos años. "Son asombrosos", asegura el actor, de 20 años, que calificó el clima de trabajo como óptimo: "Fueron seis meses desde el guión hasta el rodaje, estábamos familiarizados con el libro, y yo sabía donde estaba en cada momento. Sobre todo porque Quentin es el narrador. La ultima escena se rodó, casualmente, al final del rodaje".
Una larga secuencia, ésta última, que desafía los tópicos del cine romántico juvenil. Aquí lo importante no es conseguir a la chica, sino una identidad propia. "Cuando Quentin y Margo se encuentran al final, creo que cada uno saca algo del otro, encuentran un término medio. Él es algo mas espontaneo, ella algo más responsable".