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Las primeras 'Vacaciones' fueron las de Chevy Chase

El estreno de Vacaciones nos obliga a viajar al pasado. Recordamos Las vacaciones de una chiflada familia americana.

El estreno de Vacaciones nos obliga a viajar al pasado. Recordamos Las vacaciones de una chiflada familia americana.
Chevy Chase y la modelo Christie Brinkley | Warner Bros

Los Griswold han regresado. O al menos, una nueva generación de ellos. El estreno de Vacaciones, reinicio y a la vez secuela de la mítica saga "National Lampoon's Vacation" (aquí traducida Las vacaciones de una chiflada familia americana) trae al recuerdo la serie cómica iniciada en 1983 protagonizada por Chevy Chase, entonces todo un ídolo nacional en la cima de su popularidad. Es decir, una excusa como otra cualquiera para subirnos a la ranchera familiar color pistacho de los Griswold y viajar al pasado, rememorando un filme de enorme éxito comercial que, con el paso de los años, acabó siendo de culto, y que con el paso de algunos años más, puede ser catalogado -sin miedo al qué dirán- como una estupenda comedia clásica americana. ¿Preparados? Nuestro vehículo familiar tiene cinco marchas...

1ª. National Lampoon. El primero de los filmes de la saga, dirigido por Harold Ramis y escrito por John Hughes, aquí fue titulado Las vacaciones de una chiflada familia americana. Y podría considerarse sin muchos problemas como un verdadero hito que, junto a filmes como Desmadre a la americana (1978), Los incorregibles albóndigas (1979) y otras derivaciones posteriores, se erigió como uno de los iconos del cine comercial de los ochenta, despejando el camino a toda una generación de cómicos que crearon un área de trabajo que fue ocupada por posteriores generaciones de irresponsables (y en algunos casos, estupendos) cineastas.

Películas todas ellas nacidas bajo el sello "National Lampoon's", una revista satírica que, entre 1970 y 1998, sacó los colores a la moral y el conservadurismo estadounidenses y que cedió parte de su staff a los grandes estudios para una serie de películas concebidas como "spin-offs" de la revista. Los fans de las páginas impresas y sus metros de celuloide tienen ahora mismo el ojo puesto en el inminente documental Drunk Stoned Brilliant Dead: The Story of National Lampoon, de Douglas Tirola, que relata el nacimiento y caída en desgracia de una factoría que dio al mundo personalidades como Bill Murray, John Belushi o los propios Chevy Chase y Harold Ramis.

Portada de National Lampoon

Ya sin la etiqueta "National Lampoon's", la nueva pelicula de John Francis Daley y Jonathan M. Goldstein (elegidos para poner en marcha el guión del próximo Spider-Man) lleva la saga a un nuevo territorio con Ed Helms, el dentista de Resacón en Las Vegas y fichaje final de la serie The Office. Helms es aquí un Rusty Griswold, el joven pelirrojo y desgarbado al que dieron vida Anthony Michael Hall, Jason Lively, Johnny Galecki y Ethan Embry en la saga original, aquí convertido por fin en un hombre ¿maduro? que busca repetir la hazaña de su padre: un último viaje familiar a Walley World.

2ª. Ramis y Hughes. Si Las locas vacaciones de una chiflada familia americana sirve para algo es para reivindicar a los nunca suficientemente valorados Harold Ramis y John Hughes, ambos triste y prematuramente fallecidos. El equilibrio entre chistes salidos de madre y otros que podríamos considerar "reales" se debe a ambos, el primero como director y el segundo como guionista (basándose en su propio artículo para Lampoon), ambos decididos a llevar un género tan americano como la "road movie" y la comedia familiar a un territorio inexplorado. A Ramis, por aquel entonces a punto de pergueñar el guión de Cazafantasmas (que él mismo coprotagonizó: era Egon Spengler), todavía le quedaban algunos años para pulir comedias como Atrapado en el tiempo o Una terapia peligrosa, pero aquí ya demuestra ser un alumno aventajado, capaz de utilizar la cámara y no sólo la máquina de escribir. Lo que otro director afín tomaría la forma de una acumulación de gags absurdos rodados sin cuidado alguno con él adopta un aire de crónica periodística que, además, está bastante bien filmada: fue él quien insistió en rodar en escenarios naturales, modificando el guión original, y el que forzó el concepto de comedia familiar hasta el límite de lo asimilable: estamos ante una cinta no exactamente escatológica, pero en ocasiones picante, en la que el perro y la tía no corren muy buena suerte que digamos.

Harold Ramis, en 'Los cazafantasmas' | Archivo



Bien es cierto que no lo hubiera logrado sin John Hughes, un guionista pujante que poco después daría la campanada con éxitos del cine adolescente como Dieciséis velas (1984), El club de los cinco (1985) o La chica de rosa (1986), erigiéndose como uno de los directores, guionistas y productores más relevantes de la década. Hughes fue el responsable de un artículo cómico para la revista que él mismo se encargó de convertir en guión, lanzándole al éxito inmediato una vez se estrenó la película. Y fue merecido, no lo duden: además de comprender como nadie la psicología juvenil, que trató con cachondeo y dignidad inéditos, Hughes también tenía una capacidad de perfilar diálogos malévolos y personajes penetrantes. El monumental éxito de Sólo en casa (1990) y sus secuelas fue la culminación de su trayectoria, el cénit comercial de uno de los nombres más taquilleros del Hollywood de esa década. Después, el cineasta cayó en cierto anonimato que su prematura desaparición (falleció víctima de un infarto en el año 2009) no hizo sino precipitar... El de Hughes es, no lo duden, otro nombre a reivindicar dentro de la industria: tuvo todo el éxito de público posible, pero siempre ha habido cierto menosprecio a su labor.

Gracias a ambos la original Vacation tiene dos virtudes que ninguna de sus secuelas tienen, incluyendo la muy estimable S.O.S. ¡Ya es navidad! (1989) -la segunda y cuarta entregas son más bien mediocres-. En primer lugar, la distancia necesaria para satirizar a sus personajes y estereotipos nacionales, huyendo del sentimentalismo. Y en segundo, a la vez situarse lo bastante cerca de ellos para que resulten entrañables. Dicho de otro modo: Ramis lo ve todo desde cierta distancia irónica, pero a la vez aprovecha ese espacio para entrar en la mente de cada uno de los Griswold, que jamás resultan desagradables. Un recurso que da lugar a algunos de los mejores gags, el más mítico de ellos el que envuelve a esa rubia del Ferrari (interpretada por la supermodelo de la época Christie Brinkley) que parece una ensoñación de Clark, "persiguiéndole" por todo el país, y que expresa ese impulso de huida que anida en lo más profundo de cualquier hijo de vecino, incluso en el padre y marido más devoto.

Christy Brinkley | Archivo


3ª. ¿Chiflados como nosotros? Que el destino final de los Griswald sea en realidad un parque de atracciones trasunto de Disneylandia debe de significar algo. La familia media americana deja atrás maravillas naturales como Monument Valley y el Gran Cañón para irse a un parque de atracciones que no tiene ningún ratón famoso, pero sí un reno llamado Marty del cual toda familia ha consumido sus muñecos, series y películas. Un detalle nada anecdótico pero profético, convertido ya en plaga del primer mundo. Porque hablemos claro: ¿quién no ha contratado unas vacaciones en París para acabar la mitad del tiempo en Disneylandia?

Bienvenidos a Walley World

4ª. Chevy Chase. Ed Helms, protagonista de la nueva Vacaciones, lo tiene francamente difícil. La bienintencionada incompetencia de Clark Griswold, personaje al que da vida el entonces ídolo nacional Chevy Chase (que también se asoma por la nueva entrega), es un poco la de todos nosotros. Pero el actor que lo interpretó, entonces en la cresta de la ola gracias a ésta y otras películas como Fletch, Juego Peligroso o El club de los chalados, era la viva encarnación del carisma. Chevy Chase, en los primeros ochenta, supo con Vacation dar un giro a su carrera, a sus personajes sobrados y chulescos de la tv, a la vez que entender perfectamente el personaje.

National Lampoon's Vacation | Warner Bros

El pobre Clark es un personaje quijotesco, un tipo normal no particularmente espabilado que trabaja doce horas diarias y que sólo trata de darle a su familia las mejores vacaciones posibles (¿les suena?). Pero Clark no ve o no quiere ver la América real del año 83, sino la que debería ser, al menos según esas estampas rockwellianas que tanto han marcado el imaginario colectivo del país y que Ronald Reagan se encargó de resucitar en un contexto un tanto distinto. Mientras sus hijos juegan a los arcaicos videojuegos de los primeros ochenta, Clark vive enfrascado en sus propios planes para desesperación de su esposa. Qué remedio le queda: él vive en su mundo, una postal de viajes sin barrios peligrosos donde todo el mundo es amable y todo está destinado a salir bien. Es decir, un pardillo con una diana en la espalda perdido en los acelerados ochenta, cuando ya habían pasado bastantes cosas en esa sociedad de las que Clark no parece particularmente consciente.

5ª. Ranchera Familiar. Cada película de culto tiene su talismán, y en National Lampoon's Vacation sería la Ranchera Familiar verde pistacho, o guisante metalizado... o verde nuclear, lo que quieran ustedes. Sí, esa con los laterales de madera. Eugene Levy es el vendedor que le coloca semejante monstruo a Clark al principio de la película, en realidad un Ford LTD Country Squire de 1979 modificado para parecer... simplemente horrible. Una aberración con cuatro faros a cada lado y un acabado nivel poblado chabolista que lleva al extremo ese "cuanto más, mejor" de los enormes coches americanos. Atención al cameo en la nueva película, con un vehículo "tuneado"y cedido amablemente a la nueva producción.. ¡por una familia real llamada Griswold!.

6ª Holiday Road. Metemos la sexta marcha, por pura economía. Y es que el agua moja, el cielo es azul y no hay película de los ochenta sin canción. En el caso que nos ocupa es la de Lindsey Buckingham, de Fletwood Mac, titulada Holyday Road, que suena ciento cincuenta veces a lo largo de la película y su secuela inmediata, Las vacaciones europeas de una chiflada familia americana.

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