Cine y realidad muchas veces se mezclan. En España tenemos el caso claro de Carmina o revienta en la que Paco León contó la vida de su madre a través de su propia madre. En el caso de la primera película exhibida este lunes en el Festival Internacional de Cine de Gijón, Mil noches, una boda (Party Girl, algún día hablaremos de la traducción de los títulos).
Cuando la madre del director de cine Samuel Thais, Angélique, decidió casarse con 60 años, éste decidió hacer una película sobre su peculiar vida como chica de la noche en un cabaré de la frontera entre Francia y Alemania. A Angélique le sigue gustando divertirse con sus amigas y salir de fiesta, pero cree que ha llegado la hora de sentar la cabeza cuando un viejo cliente le propone matrimonio.
Lejos de ser un Pretty Woman con final de cuento de hadas, retrata las dificultades que tiene la protagonista para adaptarse a su nueva vida y cómo una vez que deja la vida nocturna empieza a idealizar su vida pasada. Interesante película que ya causó sensación en Cannes, festival del que salió premiada, y llega a los cines españoles el próximo 5 de diciembre.
La fuerza de la superación
La siguiente película también mezcla realidad y ficción puesto que Ganas de vivir (Life feels good) está basada en un hecho real que emocionó a Polonia. El director Maciej Pieprzyca lleva a la gran pantalla la historia de Mariusz, un niño con parálisis cerebral al que los médicos consideran un vegetal.
Sin embargo, su mente funciona a la perfección y trata durante toda su vida de ponerse en contacto con los que lo rodean. No será hasta que sea ingresado en una institución mental cuando pueda demostrar que siente, comprende y quiere comunicarse. Una historia que huye del melodrama y que en algunos momentos está contada con un delicioso y muy respetuoso sentido del humor.