Lo de La cabaña en el bosque tiene su historia. La película perpetrada al alimón por Drew Goddard y Joss Whedon, antaño autor del fantastique televisivo noventero y nuevo niño de oro en Hollywood tras el éxito de Los Vengadores, es una relectura en clave cómica y terrorífica de los tópicos del slasher y el horror juvenil de las últimas dos décadas con un argumento que -a grandes rasgos- suma proposiciones de la mítica Posesión Infernal (y otras mil más del mismo corte), pero pasadas por el tamiz perverso de una suerte de El Show de Truman. El invento resultó todo un éxito de crítica en su estreno en EEUU, y su naturaleza "friqui" creó el consiguiente fenómeno fan en torno a la película, que dicho sea de paso, cumplió con su cometido comercial con suficiencia y según lo esperado. Resulta por ello sumamente triste que La cabaña en el bosque (que ya sufrió retrasos en su país de origen debido a la situación económica de Metro Goldwyn Mayer) haya tardado tanto en llegar a nuestro país, y que cuando esto ha ocurrido haya tenido que ser una distribuidora nacional e independiente la que se ha lanzado a estrenar la película en cines. Una muestra más del terrible menosprecio crítico y desconfianza hacia el cine de género que tanto abunda en nuestro país, en todos los niveles, cuando es precisamente en éste donde abunda el equilibrio, así como las mejores soluciones e ideas a nivel puramente comercial (en el artístico ya podría ser otro cantar... pero también).
Resulta imposible describir el argumento de la película sin descubrir su secreto. Y eso que, en el fondo, resulta bastante simple. Grupo de amigos acude a una cabaña... y se desata el infierno. Lo cierto es que tanto Goddard como Whedon no hacen ningún esfuerzo en ocultar sus cartas, como se demuestra en la figura de esos dos locos demiurgos interpretados por Richard Jenkins y Bradley Whitford: lejos de tratarse de un largometraje timorato, La cabaña en el bosque pide a gritos la complicidad de un público que conoce las reglas del género, pero una vez obtenida esa confianza, es capaz de recompensar incluso al espectador casual, todo ello gracias a una ejecución dinámica y unas interpretaciones carismáticas. Parodia furibunda y a la vez sentido homenaje, pero al final... una buena película.
Y es que más allá de la gamberrada, de su naturaleza de compendio de los recursos y la mitología del terror juvenil y del ejercicio metalingüístico, que lo es, La cabaña en el bosque se erige por sí misma como un dinámico y solvente ejercicio de terror fantástico. Si no, estariamos hablando de un experimento pretencioso y fallido. Al contrario: aquí Goddard y Whedon parecen dar un paso atrás para observar los tópicos del género, pero lo hacen siempre del lado del público, al que en ningún momento niegan la experiencia de ver una comedia de terror pura. La cabaña en el bosque se ríe de los tópicos del género, pero a la vez sabe elaborarlos para hacer algo con ellos. Sabe ser cruel y despiadada, y a la hora del postre incluso se atreve a deslizarnos una travesura nihilista bastante notable. Mientras tanto, la cámara de Goddard, guionista de Monstruoso que demuestra buen pulso como director, retrata con meridiana claridad y un buen uso del scope tanto las conversaciones inanes como los sucesivos ataques lanzados a los sufridos protagonistas. Y la prosa del segundo reserva buenas líneas a actores tan experimentados como Richard Jenkins y Chris Thor Hemsworth, que asume muy bien su papel de carnaza slasher, sin desdeñar tampoco al resto del reparto. Y no, no se pierdan su locura final. Increíble. Merece muchísimo la pena.
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