El cateto chovinismo del cine español
Tanto Tom Holland como Naomi Watts merecían el Goya. Bayona habla de "complejo que hay que superar". Curioso abrazo entre Verdú y Candela Peña.
¡Qué aburrimiento! Esa ha sido la frase más escuchada en las abarrotadas salas de prensa del Auditorio Príncipe Felipe donde se ha celebrado la 27ª edición de los Premios Goya. Definitivamente los Goya han dejado de ser una fiesta del cine español (si es que alguna vez lo llegaron a ser del todo) para convertirse en un circo con tres pistas.
En la pista número 1, en la calle, un grupo de lo más variopinto. Quinceañeras gritando nombres como Mario Casas o Miguel Ángel Silvestre, un grupo de figurantes protestando contra sus condiciones laborales (pedían una categoría en los premios para la mejor figuración) y un grupo minúsculo con una pancarta enorme contra "el maltrato animal" en las corridas de toros. Eran tan pocos que no llenaban ni la pancarta. De eso tiene culpa la Academia, tan empeñada en hablar de todo menos de cine.
En la pista número 2, en el patio de butacas, se mezclan actores, actores con pegatinas (son iguales que los anteriores pero muestran su preocupación por los "desfavorecidos" mientras brindan con el champán más caro del mundo), políticos (¿soy el único que no entiende qué pintan allí?) y personajes como Ana Obregón o Massiel. Ese es el nivel.
En esta pista hemos echado de menos a gente talentosa como Alex de la Iglesia o Santiago Segura (si no recuerdo mal es la primera vez que no acuden) o Rodrigo Cortés y Jaume Balagueró, directores de éxito responsables de Luces Rojas y la saga Rec, por ejemplo.
La tercera pista está sobre el escenario, la importante, en la que tienen que dar el do de pecho y asegurarse entrar en el club de los pegatineros. Durante toda la gala han sido muy cansinas las referencias constantes a los sobres de Luis Bárcenas. Eva Hache se ha permitido una broma sobre Amy Martin por aquello de la cuota.
Tanta broma con los sobres que finalmente han cometido un error gigantesco al equivocarse de sobre para decir el ganador. Si hubiéramos estado en una sitcom americana se hubiera oído ¡zas, en toda la boca!
¡Qué Naomi ni Naomi!
Durante semanas Maribel Verdú ha estado diciendo a los cuatro vientos que el Goya a mejor actriz se lo llevaría Naomi Watts, por otro lado la que debería haber ganado. Sin embargo, la Academia vuelve a caer en su cateto chovinismo no premiando a actores internacionales, a excepción de Benicio del Toro porque interpretaba al Ché y la hija de Chaplin porque parece ser que eso da caché.
Candela Peña, la de los hospitales sin manta ni agua, abrazaba a Maribel Verdú en la sala de prensa al grito de "Qué Naomi ni Naomi..." ¿Se imaginan a Julia Roberts diciéndole a Meryl Streep "qué Helen Mirren ni Helen Mirren" cuando la actriz británica ganó el Oscar por The Queen? Lo dicho, catetos.
Un año en el que Paco Delgado, ganador del Goya al mejor vestuario por Blancanieves, está nominado en los Oscar por el vestuario de Los Miserables. Juan Antonio Bayona le decía a un servidor una vez acabada la gala que "hay un complejo que hay que superar y valorar realmente las interpretaciones más allá del idioma".
Por cierto, gran discurso el del barcelonés cuando recogía el Goya a mejor director: "Cuando he salido para mí era importante decirle a la Academia que sintiera la película como suya, que todas son válidas, las grandes, pequeñas y medianas, el cine sin su audiencia no es nada". También lamentaba el director que Tom Holland no ganara el Goya a actor revelación, uno de los robos de la noche.
Como curiosidad, Bayona abandonaba el recinto en silla de ruedas en una ambulancia camino al hospital por una rotura fibrilar sufrida cuando bajó del escenario con mucho entusiasmo para abrazar a la mujer en la que está inspirada la historia de Lo Imposible. Espero por su bien que no lo llevaran al hospital sin mantas ni agua.
Enrique Gato, director de Las aventuras de Tadeo Jones, también me decía que las reivindicaciones estaban fuera de lugar. Curiosamente dos directores que no dependen de subvenciones sino de su talento para sus próximos proyectos.
Hay que recordar que Bayona ha hecho historia. Lo Imposible ha recaudado en España más de 45 millones de euros (un Harry Potter, Señor de los Anillos o Crepúsculo no suelen superar los 25 millones) y más de 150 millones de dólares en todo el mundo.
A la película de Bayona han ido unos cuantos millones de espectadores que nunca eligen cine español cuando pagan su entrada. Muchos de ellos puede que hayan dado una oportunidad al cine patrio este domingo viendo su gala para entretenerse.
La imagen que se habrán llevado de la misma es la que la mayoría de este colectivo (todos no son iguales) ha querido dar. Luego dirá González Macho como en la gala anterior, que hay "un público minoritario que de forma visceral trata con hostilidad nuestro trabajo". Ahí queda eso.
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