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Póster Sin tregua

Cuesta creer que, dado el precedente del reality Cops, a nadie se le ocurriera antes adaptar la estética "found footage" o material encontrado, procedente del cine de terror a raíz de La maldición de la Bruja de Blair, a un thriller urbano bien montado. Lo que no extraña es que David Ayer haya sido el responsable de hacerlo. Ayer es uno de esos artesanos que, a fuerza de tesón, acaban ganándose un nombre y hasta un territorio propio, pese a no tener lo que podríamos denominar una personalidad autoral ni tampoco una aproximación estética tan clara y definida como la de, por ejemplo, otro experto en el policiaco como es el estadounidense Michael Mann (Corrupción en Miami, Heat). Ya sea en su faceta de guionista o en la de director, que acostumbra a compaginar, cintas como The fast and the furious, Dueños de la calle o la alabada Training Day son, cada una con sus particularidades, intrigas policiacas y de acción, pero también relatos del trabajo policial en sus distintas variantes. Sin tregua da un paso adelante, o varios, en la misma dirección, adoptando la forma de crónica cotidiana del trabajo diario de dos policías del sur de Los Angeles, pero presentada esta vez mediante la fórmula de "material encontrado", tan habitual en el reciente cine de terror a raíz de la famosa Bruja de Blair y la reciente saga Paranormal Activity, adaptado aquí por primera vez al thriller urbano.

Brian Taylor y Mike Zavala (Jake Gyllenhaal y Michael Peña, que parecen conocerse de toda la vida) son dos jóvenes oficiales de policía que afrontan con tesón el día a día de su trabajo en el barrio más peligroso de la urbe. Como dice el mismo Brian en una de sus patrullas, estamos en el sur de Los Angeles, donde un policía puede responder a más líos en un período de prueba que un policía de otro distrito en toda su carrera. Pero todo parece dar un giro cuando confiscan un pequeño alijo a un grupo de narcotraficantes mexicanos. Brian y Mike, sin saberlo, están agitando al mismísimo cártel de Sinaloa... Un giro, este último, que no llega hasta los últimos veinticinco minutos de largometraje, y que prueba que los intereses de Ayer son otros, esta vez más que las anteriores.

Sin tregua es, efectivamente, el relato del día a día de esta pareja protagonista mucho más que un suspense policial. Pero lejos de plantear una intriga "noir" oscura y retorcida, u optar por la vía de la acción más pirotécnica, Ayer toma lo que necesita de una y otra para cimentar casi toda la propuesta en la relación entre ambos compañeros y en retratar la degradada atmósfera de LA con una contundencia y energía realista pero carente de amaneramientos. Llama la atención, pese a esta pérdida de glamour, que Sin tregua acabe resultando más compleja que dos filmes tan apreciables como Training Day y Dueños de la calle, del propio Ayer, pese a delimitar claramente los dos bandos de la lucha en las calles, el policial y el de las bandas. A diferencia que en las anteriores, en Sin tregua no hay una voluntad de arrojar sombras sobre la labor del vigilante, pero es tal la fuerza de la atmósfera de la cinta, la efectividad de sus abundantes retazos de humor negro, y sobre todo la química y carisma que desprenden sus intérpretes, que tampoco lo necesita.

Sin tregua parece, efectivamente, una hija bastarda de Michael Mann y la generación youtube. La película está narrada con una nerviosa y enérgica cámara en mano, pero a diferencia de algunos de sus referentes en el género de terror, su gran mérito es conservar pese a ello todo el empaque cinematográfico sin venderse como el giro definitivo del género policial. En Sin tregua ese exceso cinético no deriva en una narrativa epiléptica. Ayer asume con humildad los lugares comunes del policial que tan bien conoce, y utiliza la técnica documental para otorgar un barniz excitante, diferente, a lo que fundamentalmente es una historia de amistad y camaradería masculina, y una visión bastante descarnada del trabajo policial en la urbe. Pese a ubicar la cámara sobre el capó en las persecuciones y explotar la confusión de los tiroteos, el realizador y guionista lo hace siempre en beneficio del espectador: en Sin tregua la acción siempre es clara y diáfana y Ayer tiene claro que estamos viendo una película, no un docudrama. El realizador, además, lo logra sin necesidad de hacer trampa alguna una vez pasa el gancho inicial del "material encontrado": lejos de utilizar ese artificio visual y narrativo para engañarnos, acomoda esa inyección de energía a la historia y sus personajes. Estupenda película.

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