En el desenlace de una de las mejores comedias gamberras de la factoría Apatow, la reciente Paso de ti, el director Nicholas Stoller y su protagonista y guionista, Jason Segel, proporcionaban la catarsis final a su patoso protagonista con una adaptación teatral del Drácula de Bram Stoker... protagonizado, nada menos, que por una serie de entrañables marionetas. Sea por el destino o el bueno olfato de Walt Disney Pictures, responsable actual de la explotación de la obra del desaparecido Jim Henson, el caso es que tanto Stoller como Segel se encuentran ahora a los mandos la nueva adaptación de los queridos teleñecos, que regresan a las pantallas de cine después de doce años de ausencia.
Los Muppets, en manos de Stoller, Segel (también protagonista humano de la función) y el director James Bobin, resulta un recorrido tan hilarante como nostálgico por la mitología de unos personajes que pertenecen a tiempos pretéritos, algo que permite al trío creativo hacer de la necesidad, virtud, y convertir la película en un entretenimiento tan válido para la audiencia adulta (que fue la que realmente creció con los personajes) como la puramente infantil a la que se dirige el producto.
Por eso mismo, la historia plantea el regreso de los Teleñecos con calculada ingenuidad, como un suceso forzado y un acto redentor de Gustavo y Peggy, decididos a afrontar el último y definitivo show televisivo de unas criaturas ahora obsoletas y a las que el mundo, y un malvado millonario encarnado con sorna por Chris Cooper, parecen decididos a dejar atrás. Es la manera del largometraje de coger el toro por los cuernos y asumir de frente su condición de mirada nostálgica, tan reivindicativa como irónica, quizá innecesaria, a las famosas criaturas de Henson. Pero lejos de resultar desanimada, Los Muppets lo hace de forma inesperadamente vigorizante.
La película plasma esa paradoja recreando un mundo pretérito, ñoño e imposible, parodiando con tanta ironía como cariño los musicales clásicos de los cincuenta y sesenta, y sobre todo a través de ese bellísimo disparate de convertir un diminuto teleñeco... ¡en hermano del altísimo Jason Segel!, un elemento que –por cierto- da lugar al excelente número musical nominado al Óscar ‘Man of Muppet’, y que incluye un cameo planteado de forma entrañable.
Pese a algún que otro desajuste en el ritmo –la película es demasiado larga-, y que desearíamos aún más tragedia e ironía –al fin y al cabo, estamos hablando de una obra familiar- Los Muppets también se benefician de la entrañable presencia de Segel y una extraordinaria Amy Adams, toda ella tan achuchable como un Teleñeco. Los números musicales sorprenden en su premeditada simplicidad, y los cameos de estrellas, en la mejor tradición del programa original, resultan divertidos. Los Muppets (no sé ustedes, pero yo prefiero ‘Teleñecos’ de toda la vida) han triunfado indiscutiblemente en su regreso al largometraje.