Margin Call aborda en clave de thriller corporativo las horas previas al descalabro de Wall Street y el pistoletazo de salida a la crisis mundial, iniciado con el escándalo de las hipotecas basura. En la cinta del debutante J.C. Chandor, un joven analista del distrito financiero descubre que su firma lleva meses falseando datos. Lo que sigue a continuación es el relato de lo que pudo ocurrir justo antes de la divulgación del informe, es decir, toda una madrugada de reuniones intempestivas, trasiego de ejecutivos en los pasillos vacíos de la firma... y de cuchilladas por la espalda, con nocturnidad y alevosía.
La película de Chandor se apoya casi exclusivamente en la labor de su reparto, una extensa galería de actores secundarios de relumbrón (Kevin Spacey, Stanley Tucci, Paul Bettany), antiguas estrellas (Jeremy Irons, Demi Moore) y un joven talento como es Zachary Quinto, quien también ejerce de productor del filme. El joven director trata de ilustrar la sensación de final de ciclo, de pánico aún contenido, de silencio previo a la tormenta. Lo consigue: a lo largo de la cinta, el sálvese quien pueda de los ejecutivos protagonistas es retratado con adecuada compresión hacia los personajes, pero sin concesiones a los mismos. Margin Call deriva en una nueva constatación de que el hombre es un animal para el hombre.
El problema es que la cámara de Chandor no acierta a retratar toda la tensión de esa cuenta atrás, los contornos pesadillescos de esa odisea nocturna. Pese a su inmaculada atención a los diálogos y las interpretaciones, me pregunto que habría hecho con Margin Call un realizador tan expresivo como Paul Greengrass, responsable de United 93, una cinta magistral sobre otro punto de inflexión de nuestra historia reciente, el 11-S. Lo que queda para el recuerdo y libra del olvido inmediato el debut es ver compartir plano a dos animales como Kevin Spacey y Jeremy Irons. El primero paladea las contrariedades de su personaje y se aleja con gusto del estereotipo que él mismo ha creado, y el segundo demuestra que no se ha olvidado de interpretar villanos de altura. Pese a que todo esto suena muy bien, la crónica adolece de algo de garra, y de buenas intenciones y coyuntura tampoco vive el cinéfilo.