'Águila Roja: la película': más que águila, aguilucho
La adaptación cinematográfica de la popular serie televisiva llega dispuesta a dar un buen mordisco a las taquillas. En Águila Roja: la película, el héroe enmascarado se debate entre ayudar una misteriosa mujer y una tragedia familiar, mientras varios países extranjeros planean un golpe de estado en secreto para hacerse con la monarquía española.
Ambientada en un siglo XVII de cartón piedra, Águila Roja: la película es la continuación de la serie televisiva emitida por TVE. Desgraciadamente, poco se nota la traslación a la pantalla grande, y lo que en el sillón de casa puede resultar un noble entretenimiento, con su imposible mezcla de ninjas españoles y tramas seriales, no lo es en absoluto en la pantalla grande.
La película se limita a encadenar anécdotas de la mano de unos abundantísimos personajes secundarios, que acaban teniendo más minutos que los supuestos protagonistas. La intriga y la aventura brillan por su ausencia en un folletín que se prolonga durante dos eternas horas y que se pierde en las formas de una telecomedia doméstica. El director Jose Ramón Ayerra no afronta el que quizá era reto artístico del asunto, adaptar a un relato cinematográfico las formas y maneras de la narrativa televisiva, algo que podría haber dado pie a una irónica y retozona aventura histórica de tono y aspecto camp.
No existe ninguna razón –salvo la recompensa económica para sus responsables- para justificar la llegada de semejante producto a las salas cinematográficas. Águila Roja: la película asume desde el comienzo y sin sonrojos su naturaleza de capítulo doble, de prolongación de la serie televisiva sin la más mínima forma cinematográfica. No hay recompensa al fan del producto televisivo en lo que es todo un ejemplo de industrioso, apresurado y chapucero reciclaje de una franquicia televisiva.
La película naufraga a cada uno de sus niveles técnicos y narrativos y deja con ganas de más a todo aficionado al cine de aventuras con el ojo mínimamente entrenado. Mal rodada, mal montada, mal escrita, sólo los acérrimos seguidores de la idea en su variedad televisiva encontrarán un mínimo asidero para disfrutar un producto amateur que malgasta talento y esfuerzo, y lo que es muchísimo más grave, da gato por liebre al espectador.
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