¿Que pasa si uno toma a prestidigitadores como Steven Spielberg y J.J. Abrams, el creador de Perdidos y las formidables Star Trek (2009) y Monstruoso, y los junta en una película? Que salen obras como Super 8, destinada a ser el mejor espectáculo del verano, y quizá -y al igual que Origen- a ser una de las películas del año.
Super 8 ha sido realizada en el más intenso de los secretos, y su campaña viral ha aumentado el interés acerca de la cinta hasta límites insospechados. Su tono melancólico, fantástico y ochentero -ya saben, esa época en la que no sólo lo pesimista parecía cierto y que es denostada por tantos- es simplemente arrebatador.
Aprovecho el post para justificar mi ausencia esta semana y la anterior, debido a unas merecidas vacaciones que no había que dejar pasar. Muy pronto más.