La película de Will Gluck, que se estrena el 29 de octubre, se apunta a la liga de comedias adolescentes como Chicas malas o Fuera de Onda, es decir, cintas que rociaban con vitriolo el acné de sus protagonistas picando con ansia en las mismas convenciones sobre las que se sustenta su atontado género. En Rumores y mentiras, Olive (una excelente Emma Stone) se enfrenta a una situación muy parecida a la de La Letra Escarlata, pero en los pasillos de su instituto. Cuando el rumor de que ha perdido la virginidad prematuramente corre como la pólvora en su escuela, la protagonista decide sacar partido a la mentira para obtener el respeto de todos. No obstante, también tiene sus contrapartidas...
Una lástima que Rumores y mentiras se sabotee a sí misma debido a ciertos vicios muy coyunturales, porque la cinta tiene maneras. Pero es que la sombra de Diablo Cody debe ser muy alargada, por mucho que las últimas propuestas de la guionista de Juno y Jennifer’s body se hayan estrellado en taquilla. En efecto, los adolescentes de la película de Gluck aparecen afectados de la misma diarrea verbal y pedantería buenrollista que en las historias de Cody, guionista que acertó sobremanera con Juno, pero que fracasó en todo lo demás. La voz en off que adorna la narración es excesiva y no hace más que reincidir una y otra vez en lo que vemos (aunque gracias a Dios, carece del feminismo posmoderno de Cody); los diálogos pecan de innecesariamente largos (por muy graciosos que sean), y en general la cinta carece de la inocencia, frescura y romanticismo que las películas de John Hughes que tanto se esfuerza en homenajear. Hughes, que murió hace un año de forma prematura, fue el firmante de cintas tan entrañables de los ochenta como El club de los cinco, La mujer explosiva o Dieciséis velas, y en sus obras hacía gala de un sentido del absurdo y una emotividad de las que carece la presente.
Pero si quitamos esto, la sangre no llega al río. Rumores y mentiras es una muestra muy válida de comedia escolar, no hay confusión genérica en ella, y está repleta de gags acertados. Se trata de una cinta en la que cualquier mayor de dieciocho puede sacar oro si sabe mirar. El comentario a los estereotipos que pululan por los pasillos de los institutos y las ficciones de las que se retroalimentan unos y otros es sólido, como lo es también el trasplante de temas de La letra escarlata a la disciplina de la comedia adolescente (por no hablar de los chistes que se gasta a raiz de la adaptación con Demi Moore...).
Y pese al fallo en la ejecución mencionado más arriba, la cinta destaca, y de qué manera, gracias a la presencia de su protagonista, una Emma Stone en estado de gracia que se merece que le dediquemos este párrafo al completo. La protagonista de Bienvenidos a Zombieland -por cierto, si no la han visto, échenle un ojo también- está pidiendo a gritos su sitio en mayores producciones, y en Rumores y mentiras destila ya la belleza, el encanto y el carisma de una verdadera estrella de cine.