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Juan Manuel González

'Machete': Pinche, te metiste con el mexicano equivocado

Póster Machete

Echemos la vista atrás. Cuando se estrenó Planet Terror de Robert Rodriguez, la proyección venía acompañada de un falso trailer de una imposible película de explotación setentera titulada Machete. A pesar del fracaso comercial de Planet Terror, y por aclamación de los fans, Rodriguez se ha sacado de la manga una película. Una de verdad. Ahora, Machete sí es el mexicano con el que nadie debería meterse, dispuesto a ejecutar su venganza a ambos lados de la frontera...

Déjenme que aclare que el cine de Robert Rodriguez nunca me ha acabado de satisfacer. Su puesta en escena me parece tosca y su narrativa confusa, incluso cuando inventa historias sencillas como la de Machete. Por no hablar de su pésimo montaje, que impide a cualquiera identificarse con lo que ocurre en pantalla o entender quién dispara a quién. Por mucho que me encandile su tono macarra o el descaro de su punto de partida, cintas como Desperado, El mexicano o The Faculty, nunca han llegado a ser lo que debían. Y sus incursiones en el cine infantil, como la trilogía Spy Kids, las obvio intencionadamente....

Pero aún así eso no me va a impedir alabar una barbaridad grotesca como Machete. Un show de acción visceral, bestia y sin ningún tipo de límites que imita las formas y maneras del cine de videoclub de décadas pasadas, defectos de celuloide incluidos. Instantes como el violento y trepidante prólogo, la escena en la piscina con la mujer y la hija de uno de los protagonistas, o la presencias indescriptibles de Danny Trejo (musitando frases como "Machete no manda mensajes. Machete improvisa") y Steven Seagal como villano, desde luego compensarán al público en busca de palomitas. O tacos mexicanos, porque hasta eso venden ya en los cines.

Pero Machete posee los defectos habituales de su autor, lo que me demuestra que Rodriguez sigue en sus trece, en los de no tener ni idea de cómo plasmar lo que quiere plasmar, algo necesario en el oficio de contar historias ya sea en Machete o en Una habitación con vistas. En la presente hay tal desbarajuste de personajes yendo y viniendo (y más de uno innecesario), resurrecciones, tramas sin solución y falsos finales, que todo redunda en reiteraciones innecesarias. Tanto, que Rodriguez se ve obligado en más de una ocasión a recapitular por si nos hemos perdido algo.

Pero si alguien piensa que Machete es un film sin contenido, se equivoca. Rodriguez potencia hasta el máximo el componente satírico para hacer un manifiesto a favor de la inmigración, legal e ilegal, convirtiendo lo que inicialmente parece un filme de acción y venganza en una inesperada crítica anti sistema. El cineasta texano me vuelve a recordar al John Carpenter más levantisco y puñetero, aquel que con el díptico de Snake Plissken (1997: Rescate en Nueva York y 2013: Rescate en L.A.) convirtió meros combinados de género en cócteles molotov de celuloide. Algo que, en el plano cinematográfico -por si es necesario aclararlo-, me parece digno de aplauso. El filme, que nadie lo dude, no es sólo una gamberrada de acción macarra. También es una bofetada en la cara a la corrupción política y moral y una anárquica oda a las clases bajas. Y lo es sin engañar a nadie y a la cara. O mejor, al cuello...

Y es que nada de esto, por supuesto, pesa tanto como la insolente orgía de decapitaciones bárbaras, evisceraciones divertidas y desnudos gratuitos (aunque menos de los esperados) que se suceden a lo largo de la película. Disfruten, que tampoco hay tantas así.

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