Ya sé que traer a colación aquí una película en la que trabajan los Bardem, por mucho que sea una pequeña colaboración, quizá no sea la mejor forma de hacer amigos nuevos. Pero no me abandonen todavía. Permítanme compartir mis pensamientos justo después de acabar de ver Airbag, que cayó recientemente en mis manos al haber sido objeto de una excelente edición especial en DVD, con extras nuevos, montaje (innecesariamente) extendido y comentarios de su director Juanma Bajo Ulloa. Mi opinión sobre el filme no ha cambiado: se trata de una comedia de acción con una serie de puntos de interés –entre ellos, su inédita espectacularidad e incorrecta anarquía– que se imponen a sus defectos, que también son grandes y gordos.
Pero en esta entrada, a modo de bitácora, sólo quería reseñar una apreciación estilística que me ha llamado la atención de ella en este revisionado, y que no es otra cosa que el excelente uso de la cámara que tiene Bajo Ulloa. Ágil, dinámico y fluido en sus abundantes travellings de una manera que me recordó a algunos de mis ideales en ese aspecto, a directores como son el holandés Paul Verhoeven y los americanos Spielberg y McTiernan. Un estilo que, voy a decirlo, le da cien mil vueltas en agilidad a, por ejemplo, Amenábar, ungido como un talento en este aspecto quizá de forma prematura (Amenábar no me parece un director tan visual como se dice).
Qué pena que el director de La madre muerta no se haya hecho cargo de la película de El capitán Trueno que ahora mismo se está rodando con un presupuesto muchísimo menor del originalmente planteado, y que se convirtió en su cruzada personal poco tiempo después de estrenar Airbag. De hecho, que lástima que Bajo Ulloa apenas se haya puesto tras la cámara después de esta película que, recordémoslo, fue un taquillazo morrocotudo.