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'Carancho': Ricardo Darín, carroñero enamorado

Póster Carancho

Carancho es una palabra hace referencia a un pájaro carroñero propio de las Américas, pero también a otra especie típicamente argentina y que es la que nos ocupa: la de los abogados que median entre los clientes de accidentes de tráfico y las aseguradoras, para enriquecerse a costa de ambos. Ése es el trabajo de Sosa (Ricardo Darín), un letrado que ha perdido su licencia y que se ve obligado a trabajar para una turbia compañía. Pero ocurre lo inesperado: se enamora de Luján (Martina Gusman), una joven doctora que atiende a las víctimas de los siniestros.

El filme de Pablo Trapero empieza, como ya le ocurriera a El secreto de sus ojos de Campanella, jugando a varias bandas, por mucho que aquí se imponga el elemento de serie negra sobre todo lo demás con mucha mayor contundencia. Por un lado, nos propone un romance de naturaleza prohibida o imposible por muy diferentes factores, y lo complementa con elementos de thriller y drama que, en el caso de Carancho, acaban tomando el protagonismo mucho antes que en aquella, gracias a la compacta forma que Trapero otorga a la película. Dejando de lado el sentido del romanticismo y del humor de la que fue flamante ganadora del Oscar para Campanella, la de Trapero acaba centrando sus miras en la denuncia de una situación terrorífica expuesta con admirable precisión y sin sermones.

Todo aparece, además, imbuido en un clima de tragedia urbana, cruel e inhumana. La jungla de asfalto bonaerense es retratada como una olla a presión gracias a la estética naturalista y a la vez bella de Trapero, que despliega una increíble técnica cuando la historia lo requiere, como en ese puñado de planos secuencia en los momentos de mayor violencia del filme (fíjense, además, en el uso del sonido en alguna de esas escenas), pero que también es capaz de retratar los momentos intimistas con sosegado romanticismo, como ese instante de acercamiento inicial entre Luján y Sosa en una triste cafetería. Un romance que, por cierto, funciona desde el comienzo gracias a las verosímiles actuaciones de Ricardo Darín y Martina Gusman.

Carancho es un thriller sombrío, tenso y emocionante, contado con pulso y admirable precisión por Trapero, por mucho que el cúmulo de fatalidades de su tramo final acaben sobrepasándonos un tanto.

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