El flechazo de Hemingway con la masía de Joan Miró
Por el 125 aniversario del nacimiento del artista, abre al público el taller donde pintó cientos de obras, incluido su lienzo más icónico.
En 1911, Joan Miró pasó su primer verano en la masía familiar de Mont-roig, al sur de la provincia de Tarragona. Era una casa señorial de principios del XIX a la que regresó casi todos los meses de estío de su vida para disfrutar de esos parajes rurales tan distintos a los habituales de Barcelona o París. Su último agosto en esa finca fue en 1976, cuando tenía 83 años. En este tranquilo lugar, construyó su primer taller donde imaginó e hizo realidad cientos de obras durante más de 65 años, incluido su lienzo más icónico, La masía, eso que cautivó al escritor Ernest Hemingway.
La masía fue pintada en 1921 y llegó a considerarse obra clave en su carrera. El artista surrealista la consideró su obra maestra. "Tardé casi un año en acabarla; y no por ninguna dificultad de trabajo manual: la causa de tanta lentitud era que aquello que veía experimentaba una metamorfosis. Realicé la obra de manera absolutamente realista: todo lo que aparece en el cuadro estaba allí. Estaba absolutamente convencido de que realizaba un cuadro importante, en el que intentaba resumir el mundo que me rodeaba", aseguró en una entrevista al periodista Lluis Permanyer. La visión de Miró de ese entorno familiar se perpetuó como un estándar para toda su producción posterior.
Hemingway no era un gran experto en arte, pero sí un buen aficionado. De hecho, cuando citaba a sus influencias literarias, nombraba tanto a escritores como a pintores porque unos y otros, decía, le habían enseñado de igual forma a escribir. En los años 20 y 30, se hizo con una colección importante de obras de arte contemporáneo. La masía es un pintura muy personal de Miró, cada pincelada llevaba implícita un recuerdo. Sin embargo, al atormentado Hemingway le hizo aflorar sus propios recuerdos.
Cuando el novelista contempló el lienzo, conocía de sobra España. La pintura le recordaba los campos que había recorrido por Castilla, Navarra o Andalucía. "Amo España como amo a Idaho, Wyoming y Montana", escribió en El verano peligroso, un ensayo publicado póstumamente en 1985. "Contiene todo lo que sientes por España cuando estás allí y todo lo que sientes cuando estás lejos y no puedes ir", aseguró sobre La Masía el Nobel de Literatura.
Joan Miró y Hemingway coincidieron en la capital francesa en los años 20, según recoge Fernández de Castro en el libro La masía. Un Miró para Mrs. Hemingway. Fue precisamente en París donde supo que el poeta estadounidense Evan Shipman había reservado ese cuadro que tanto le había llamado la atención la primera vez que lo vio. Según este libro, los dos hombres de letras se jugaron a los dados su propiedad. Otra versión apunta a que se lanzó una moneda al aire y la suerte cayó del lado del autor de El viejo y el mar. Pero costaba un montante con el que no contaba. Dicen que mendigó por bares, que trabajó de sparring y hasta de mozo para reunir esa cantidad.
Curiosamente, el cuadro que tanto le costó adquirir le duró un suspiro en sus manos. En 1926 se separó de su esposa, Hadley Richardson, y en el reparto de bienes fue para ella. En 1934, le rogó que se lo prestara y nunca se lo devolvió. Desde 1986, se expone en la National Gallery de Washington.
Este viernes 20 de abril abre sus puertas su primer estudio, que marcó toda su trayectoria creativa y donde pintó La masía gracias a la Fundación Mas Miró. Será parte de una ruta que pretende acercar la figura del artista coincidiendo con el 125 aniversario de su nacimiento.
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