No hay un inventario definitivo que clasifique en su totalidad toda la riqueza cultural que atesora la familia Alba, pero las colecciones expuestas en los últimos tiempos atisban un legado descrito como incalculable. Era una de las pasiones de Cayetana Fitz-James Stuart. Dejando aparte sus propiedades inmuebles, capítulo nada desdeñable por su singularidad, la duquesa continuó con la labor coleccionista que empezara esta casa nobiliaria en el siglo XIV.
La descomunal pinacoteca de la familia está dividida entre los numerosos palacios que poseen en España. El de Liria, la residencia madrileña del linaje Alba desde el siglo XVIII, acoge más de 350 pinturas entre las que destacan los retratos de los sucesivos duques. En sus paredes cuelgan, por ejemplo, el Gran duque de Alba de Antonio Moro; La duquesa Cayetana con vestido blanco de Goya; o Retrato ecuestre de Cayetana Fitz-James Stuart y Silva (1930) de Ignacio Zuloaga, en el que se ve a Cayetana subida en un poni cuando tenía cuatro años, encargo de su padre, Jacobo Fitz-James Stuart Falcó.
Este inmueble contiene además un gran repertorio de obras italianas del siglo XV y XVI, como La Virgen de la granada de Fra Angelico, y de pinturas flamencas, tales como Paisaje con ruinas, atribuido a Rembrandt.
Los grandes maestros españoles están especialmente representados en el Palacio de Liria. Desde El Greco (Cristo crucificado) hasta autores impresionistas y referencias de las vanguardias como Picasso (Composición cubista, 1920), Joan Miró y Salvador Dalí tienen su lugar en estas instancias, la mayoría adquiridas por la propia Cayetana.
Pero Liria presume de más que de cuadros en sus paredes. Medio centenar de tapices adornan sus salones, entre lo que destaca especialmente uno del siglo XV sobre la guerra de Troya: Lucha entre griegos y amazonas y la muerte de la reina Pentesilea, pertenencias de los primeros Alba.
Y de Madrid a Sevilla. Según el inventario de la Junta de Andalucía, el Palacio de Dueñas alberga un total de 1.425 bienes que pertenecían a la colección artística de Cayetana Fitz-James Stuart. El inmueble en sí ya merece estar en los libros de arte por su valor histórico, arquitectónico y plástico, declarado bien de interés cultural en 1931.
El fondo pictórico de este edificio cuenta con pintura renacentista de temática variada y obras de los siglos XVII y XVIII de artistas españoles e italianos como Leandro Bassano, José de Ribera, Anibal Carracci, Juan de Villoldo o Juan de Llanos Valdés. Del siglo XIX, destaca la colección de pinturas costumbristas y retratos familiares de Federico de Madrazo, Odier de París, Ignacio Zuloaga, Joaquín Sorolla, Gonzalo Bilbao o Julio Romero de Torres.
Un paseo por este palacio supone disfrutar además de muebles de época de un cuidado exquisito, tapices tejidos en Flandes durante los siglos XVI y XVII, piezas romanas, cerámicas medievales hispánicas, esculturas de diversa procedencia y objetos decorativos bastantes curiosos, como una acuarela que realizó Jackie Kennedy durante su visita en la década de los 60.
Entre Liria y Dueñas se conserva la mayor parte del legado de la familia Alba, aunque en el resto de propiedades hay piezas de gran interés, como en el Palacio de Monterrey de Salamanca, declarado monumento Histórico Nacional, que guarda dos paisajes de Ribera fechados en 1639 o un Retrato del Gran Duque de Alba de Alonso Sánchez Coello.
La Fundación Casa de Alba custodia, además, una colección excepcional de documentos en una de las bibliotecas más importantes de nuestro país. Destaca los autógrafos de Cristóbal Colón, sus escritos dirigidos a los Reyes Católicos o la relación de tripulantes del primer viaje del descubridor de América. Así como el último testamento de Fernando el Católico; la Biblia de la Casa de Alba, una traducción castellana de principios del siglo XV encargada por el maestre de Calatrava Luis de Guzmán, o una magnífica primera edición del Quijote de 1605.