
Fernando Botero, conocido por sus gordas, posee la magia innata del pintor que es capaz de revelar, sin firmar, la autoría de sus propias obras. A sus 81 años de edad, este artista colombiano que vive a caballo entre dos continentes reconoce que en su caso "él trabaja por puro placer". Y es que en la entrevista concedida a El Mundo, el colombiano desvela el secreto para seguir en primera línea a su elevada edad, pintando seis o siete horas de pie, siendo millonario. "La mayor parte de la gente está condenada a trabajar, pero cuando trabajas en lo que te gusta es un éxtasis delicioso", recalcó.
Famoso por sus gordas, Botero asegura que "no pinto gordas. Nadie me cree, pero es cierto". El autor entiende que lo que él busca y pinta es el volumen. "Una mujer, un hombre, un perro o un caballo, lo hago siempre con esa idea. Lo que ocurre es que como las mujeres es lo más bello que existe, pues la gente las nota más", señaló el pintor. Y es que para Botero la belleza del arte y la belleza de la naturaleza son dos cosas distintas. "Una mujer bella traducida al arte es banal, y cosas feas o que nos puedan parecer que no son dignas de ser pintadas sin embargo son bellas".
Este artista, quien define su arte como una mezcla de la pintura florentina, de Piero della Francesca, y el vigor del espíritu latinoamericano, reconoce que se inició en el mundo del pincel copiando los cuadros de Ruano Llopis. El cartelista español conocido en el mundo de la tauromaquia fue para Botero su primera referencia artística. "Yo estaba entusiasmado con los toros. Ya a los 14 años asistí durante unos meses a una escuela que tenía en Medellín", respondió el pintor. "Pero un día hicimos un ensayo con un toro de verdad de unos 300 kilos y ese día nos retiramos nueve de los 10 alumnos. Fue aterrador", recordaba Botero, sin negar que los toros han sido el único hobby que ha tenido en su vida.
Colombia en sus obras
También hubo tiempo en la entrevista para hablar de la manera en la que retrata en sus lienzos la patria que tomó su nombre del intrépido Colón. "Supuso un trauma para mí", respondió el pintor al ser preguntado por el atentado de los terroristas de las FARC contra una de sus esculturas. "Pusieron entre sus patas -una escultura de un pájaro- una bomba muy potente y la cubrieron de flores. Había una reunión popular en un parque vecino. Estalló la bomba y mató a una veintena de personas y hubo más de 100 heridos". Tras el ataque, Botero hizo otra escultura idéntica y la colocó cercana al pájaro destruido. "Violencia y Paz, reza el título de la obra".
Fernando Botero desmiente que tratara de glorificar la figura de Pablo Escobar al retratarle en dos de sus cuadros. "Yo pinté un cuadro suyo en el momento en que lo estaban baleando, y luego lo pinté ya muerto sobre el techo de una casa". El pintor argumenta que" a veces la Historia de los países es negativa", pero no dejan de ser parte del país por ello.
Este anciano de orígenes humildes, que tuvo que madurar antes de lo debido por la muerte de su padre, reconoce que aunque la vida "le ha ido bien", siempre habrá una crisis en su vida que jamás superara: la muerte de su tercer hijo, Pedro, a los cuatro años de edad en un accidente de coche en 1974.