Muerte de un físico con opiniones, Luis F. Rull, catedrático de Física Teórica en Sevilla
No era proclive a la creencia en un dios, el que fuese, y su conclusión de físico teórico era que no hay sentido en la vida salvo el que queramos darle
Luis Rull, Luis Felipe, ha muerto de repente. La maldita entropía, inexplicable y resbalosa, le ha atacado de pronto en Sevilla. Ya debe saber, si es que se puede, si esto de estar aquí y darnos cuenta de ello tiene algún sentido. No pocas veces conversamos, en directo o por las redes, acerca de la complejidad de lo que llamamos universo y de esas motas de polvo cósmico consciente que somos los seres humanos. No era proclive a la creencia en un dios, el que fuese, y su conclusión de físico teórico era que no hay sentido en la vida salvo el que queramos darle. A pesar de lo cual, era un entusiasta del cerebro humano y, como no, de los asombrosos números primos.
Sus debates racionales y razonables, sobre todo con Alfonso Lazo, profesor de Historia en la Universidad de Sevilla, sobre el asunto han sido muy seguidos por los amigos y curiosos que se acercaban a su diálogo nunca interrumpido. Pero mientras Lazo había evolucionado lentamente desde un socialismo "de cátedra" decepcionado por la realidad a una fe religiosa emergente, Luis Rull se mantuvo firme, creo, en su convicción: esto de la humanidad y su conciencia es una casualidad, una novedad emergida de una materia incomprensible por ahora.
Lo que son las cosas. El abuelo de Luis Rull, conserje de Correos y Telégrafos, fue preso por las milicias republicanas al comienzo de la guerra civil
"porque algún imbécil lo había denunciado, quizás por rencor o simplemente porque era un hombre que le gustaba ir elegante y limpio siempre que podía, o vaya Vd. a saber por qué otro estúpido motivo. Tuvo la fortuna mi abuelo que un primo suyo, oficial republicano y miembro de la CNT volviera de permiso desde el frente el fin de semana en que estaba esperando un trágico destino. Su primo fue a la cárcel, lo sacó y le dejó claro al responsable de turno que a su primo no le iba a pasar nada. Mi abuelo murió a finales de los setenta."
No tuvo tanta suerte Francisco Lazo Orta, padre de su contertulio filosófico, Alfonso Lazo, que fue detenido en un hotel madrileño por un grupo de milicianos e internado en la cárcel-checa de San Antón (antes Escuelas Pías). Como Muñoz Seca, desde allí fue trasladado a Paracuellos del Jarama y asesinado. Alfonso Lazo, como Rull, ha transitado desde una fuerte militancia socialista que le hizo ser muchos años diputado del PSOE a una moderada posición política y a una recuperada fe religiosa.
Luis Rull anduvo rondando siempre a la mecánica estadística y su último trabajo, en compañía de Álvaro Rodríguez Rivas y José Manuel Romero-Enrique, que he conocido (lo que no quiere decir que lo haya entendido) se llama Estudio de simulación molecular de la transición vítrea en un modelo primitivo blando para líquidos iónicos. Pero a pesar de su inmensa formación científica, robustecida en Estados Unidos, su figura civil no se reduce a la Física Teórica ni a su departamento sevillano de Física Atómica, Molecular y Nuclear.
Como muchos, Luis Rull fue abducido por la izquierda en buena parte de su vida, pero mantuvo intacta su percepción ética y su capacidad crítica para analizar lo que vivía. Fue uno de los primeros intelectuales que no tuvo miedo ni prejuicios a la hora de aproximarse a una visión más liberal de la sociedad y de la historia, tras la desmoronadora experiencia socialista andaluza. Aunque nació en Almería en 1949, decía ser más andaluz que el río Guadalquivir, en cuya orilla se afincó tras matrimoniarse con María Asunción, de la noble Osuna, y también científica.
No se sabe qué factores fueron los determinantes para que Luis Rull defendiera abiertamente y a pecho descubierto el cambio político en Andalucía. Lo cierto es que figuró como miembro destacado de la plataforma Andaluces por el Cambio que apoyó la alternativa del PP andaluz representada por Javier Arenas. Seguramente, a pesar de las telas de araña, el atraso y la ausencia de la alternancia política, consecuencias de la erección de un régimen corrupto, su experiencia universitaria, su crítica del modelo universitario andaluz y español, fue determinante. De hecho, su apoyo a la reforma educativa de José Ignacio Wert fue muy consistente, aunque, como él mismo dijo, su destino, porco destino, fue guardarse en un cajón.
Lo explicó de este modo:
"El ministro Wert encargó a gente muy respetable y competente un informe sobre su situación y ahí sigue guardado en un cajón. Este informe hablaba de todo: gobernanza, alumnos, selección de profesorado, organización de los grados... Hicieron un trabajo muy bueno que constaba de un análisis, diagnóstico y propuestas para reformar la universidad."
Y, ¿qué pasó?
Pues que "las autoridades académicas, que son muy poderosas, crearon tal atmósfera de miedo que un ministro como Wert, con mayoría absoluta en el Parlamento, fue incapaz de iniciar la reforma universitaria. Los rectores españoles son poderosísimos; son elegidos por la comunidad universitaria para gobernarla sin tener que rendir cuentas a nadie... Pese a que gran parte del dinero viene de los impuestos de todos los ciudadanos, no dan explicaciones a la sociedad de cómo se hacen las cosas. Lo único que tiene que hacer el rector es tener contenta a la comunidad universitaria. Es en la Ley de Reforma Universitaria, la que se aprobó en 1983 con el PSOE en el poder, donde se encuentra la semilla del mal que impide que la universidad crezca. Los rectorados se heredan..." Mayoría absoluta para nada: estilo Rajoy.
En un artículo publicado en 2012 en El Mundo, Luis Rull aceraba su visión de la endogamia universitaria donde los puestos se "heredan" y la tela de araña de la izquierda, en general, se teje de una forma tupida y rocosa:
"En consecuencia se puede afirmar que el modelo de gobierno de la Hispalense (y de las universidades en general) se sustenta en el reparto de privilegios entre profesores y personal no docente. Creo que el actual sistema electoral es un fraude a los ciudadanos que pagan de sus impuestos el mantenimiento de las universidades, y participar en él termina legitimando un modelo fraudulento."
No lo conocí demasiado a fondo pero sé que nos apreciábamos sinceramente, sin la mediación de interés alguno. Era un apasionado de la filosofía y de la literatura, no sólo de la ciencia. A pesar de su formación y sus conocimientos, jamás salía de su boca una descalificación, un desprecio, un calificativo para la ignorancia ajena. A veces, sin embargo, la emprendía sin tantos miramientos con psicólogos como Steve Pinker y su abuso del concepto físico de entropía del que Rull consideraba que no tenía ni idea.
Luis Rull pertenece a esa clase de físicos que, además de su especialidad, quiere trascender, tener opiniones. De hecho, puso en marcha un espacio en la web titulado Un científico con opiniones, en que hermanaba con naturalidad y sencillez la ciencia y la opinión sobre las cuestiones más relevantes.
Por ejemplo, "Es incomprensible que alguien se declare ateo sin haber comprendido previamente los Teoremas de Gödel. Es incomprensible que alguien se declare creyente sin haber comprendido previamente los Teoremas de Gödel. Yo no he conseguido comprender los Teoremas de Gödel."
O esto:
"Si te declaras ateo sin poder demostrar el origen de la vida, cometes un atentado contra la Lógica. Si te declaras creyente intentando utilizar algo que no sean los sentimientos, cometes un atentado contra la Lógica." Y citando al físico Paul Dirac, apostillaba: "Si la vida puede comenzar muy fácilmente y no necesita influencia divina, diría que no hay Dios."
Es posible que ahora que ha muerto todo se haya aclarado. O no. Lo que sí ha quedado claro para muchos es que Luis Felipe Rull era un buen hombre, un buen padre de familia, un buen físico y un buen ciudadano, libre de prejuicios y de sectarismo, amante sincero de la verdad comprobable y de la libertad dialogante. Se ha muerto de repente y sin invitarme a la cena que me debía.
El último libro que me recomendó fue Un verdor terrible, de Benjamín Labatut. En su Epílogo se lee:
"Podemos despedazar átomos, deslumbrarnos con la primera luz y predecir el fin del universo con solo un puñado de ecuaciones, garabatos y símbolos arcanos que las personas normales no pueden entender a pesar de que gobiernan sus vidas hasta el más mínimo detalle. Pero no es solo la gente común: los propios científicos han dejado de entender el mundo."
Hace unos días le mandé las Noctes Atticae de Aulo Gelio y atendí su petición de conocer más al Nobel de Física Frank Wilczek. Y eso estoy haciendo. Al principio de su libro Las diez claves de la realidad, dice su físico: "Al estudiar cómo funciona el mundo, estudiamos cómo funciona Dios, y con ello aprendemos acerca de lo que Dios es. Con este espíritu, podemos interpretar la búsqueda de conocimiento como una forma de alabanza, y nuestros descubrimientos como revelaciones." Paz y luz, amigo Luis.
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