Este martes, 9 de noviembre, se celebra en Madrid la festividad de la Virgen de la Almudena. Su imagen se venera en la Catedral que lleva su nombre, que goza de la mayor advocación en la capital de España, aunque existen aún quienes creen que la Patrona es en realidad la Virgen de la Paloma, equivocadamente, claro. Tan venerada, por otra parte por los fieles capitalinos.
La Catedral de Nuestra Señora de la Almudena empezó a construirse por expreso deseo del rey Alfonso XII, en memoria de su joven y malograda esposa, su prima hermana María de las Mercedes de Borbón, cuyo enlace celebrado hace ciento cuarenta y tres años, tuvo todas las bendiciones apostólicas, singularmente la aprobación vaticana al tener los contrayentes el mencionado parentesco. Fue un matrimonio por amor. Alfonso XII encontró dificultades y consejos opuestos para casarse con la joven aristócrata, hija de los condes de Montpensier (hijo él del rey de Francia, casado con una hermana de la reina Isabel II). Ésta, su madre, había sido destronada, desterrada en París, no deseaba que su sangre se uniera a la del perverso cuñado, quien fue uno de los que más intrigó para cargarse el reinado de Isabel. Siniestro personaje que mucho tuvo que ver, además, con el magnicidio del general Prim. Pero Alfonso XII, al sucederla en el trono de España, mediante la Restauración, acabó por convertir a María de las Mercedes en su esposa, tras un breve tiempo de noviazgo: era esbelta, bonita, muy simpática y aun educada en Francia, donde vivían sus padres, sentíase muy española. Formaban una deliciosa pareja que gozó del respeto y admiración de nuestro pueblo.
En sus tiempos de soltería eran muy conocidas las andanzas en noches cerradas de Alfonso XII, acompañado siempre por quien había gastado gran parte de su fortuna en conseguir que aquél pudiera ocupar la máxima magistratura real, el Duque de Sesto (al que se recuerda por la calle rotulada a su nombre situada en el madrileño barrio de Salamanca). Madrugadas de farra en tabernas o incluso casas de lenocinio que el monarca apuraba dada su alegre juventud. La aparición en la Corte de María de las Mercedes, su prima, cortó aquellos tiempos de vida desenfadada (luego como viudo las reanudaría). No tuvieron mucho tiempo para amarse porque el destino acabó demasiado pronto con la joven reina, cuando apenas llevaba cinco meses casada con Alfonso. Unas fiebres tifoideas, tal vez no detectadas a tiempo por los médicos, precipitaron su muerte el 26 de junio de 1878. Tarde, se descubrió que unas aguas fecales procedentes del Palacio de San Telmo sevillano (hoy sede de la Junta de Andalucía) donde residían los padres de la reina, fueron causa de su fallecimiento.
Alfonso XII lloró con mucha amargura aquella dolorosa ausencia y el pueblo cantó a María de las Mercedes en coplas: " Donde vas, Alfonso XII / donde vas, triste de ti./ Voy en busca de Mercedes / que ayer tarde no la vi..." Todavía hace algo más de medio siglo se estrenaron una obra de teatro y un par de películas, amén de alguna otra copla, recordando aquel desgraciado matrimonio regio. En uno de esos filmes la pareja formada por Vicente Parra y Paquita Rico personificaron a los citados monarcas, con un argumento desde luego demasíado azucarado, que muy a menudo sigue reponiéndose en los canales de televisión.
Nada más fallecer María de las Mercedes, Alfonso XII mandó construir un templo para que allí pudieran reposar los restos de su amada esposa. El monarca puso la primera piedra el 4 de abril de 1883, cinco años más tarde de la muerte de la reina. Para ello, la Casa Real se desprendió de unos terrenos anexos al palacio, pertenecientes a sus jardines. Los orígenes de ese templo-cripta se remontan a cuando por esas merindades existía una ermita visigótica, en honor de Santa María de la Vega. Conquistado Magerit (que es el antiguo nombre árabe de Madrid) por las tropas musulmanas aquella ermita se transformó en mezquita. Y en esos largos años de invasión sarracena alguien encontró casualmente entre las murallas que rodeaban el palacio una imagen, a la que dieron el nombre de Virgen Santa María de la Almudena, acepción procedente del término almudaina, el lugar de la muralla. Pasarían siglos y los madrileños le dedicarían su mayor fervor. La reina María de las Mercedes era una de sus fieles. De ahí que su viudo, Alfonso XII no dudara en que allí reposara para siempre, en la cripta de la que finalmente sería Catedral.
Mas tendrían que pasar bastantes años, exactamente ciento diez, para que finalmente pudiera concluirse la construcción del templo. Su financiación, a su inicio a costa del propio peculio del monarca; pero conforme pasaba el tiempo sus obras se detuvieron por falta de fondos en diferentes periodos hasta que, por fin, en 1993 el Papa Juan Pablo II pudo consagradar la hoy ya Catedral de Madrid (que antes lo fuera la Colegiata de San Isidro a tales efectos). Allí, recordarán, se celebró la boda de nuestros actuales reyes, el 22 de mayo de 2004.
La reina María de las Mercedes había sido enterrada en la capilla del Monasterio de El Escorial. Sus restos no pudieron serlo en la Catedral de la Almudena hasta el 8 de noviembre de 2000, hace por tanto ahora veintiún años. El deseo de su enamorado esposo acabó, aunque muy tarde, en cumplirse. Alfonso XII la sobrevivió siete años: falleció el 25 de noviembre de 1885.