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Muere a los cien años Matilde Vilariño, la voz de la abeja Maya y Pablito Calvo

Su voz dulce ha dado vida a multitud de personajes infantiles en una vida dedicada a la actuación y al teatro.

Su voz dulce ha dado vida a multitud de personajes infantiles en una vida dedicada a la actuación y al teatro.
La abeja maya | LD

Cuando este agosto apura los último días nos llegan las noticias de dos muertes relacionadas con la radio y el doblaje cinematográfico. Una, la de Claudio Rodríguez (llamado así como el poeta de "El don de la ebriedad"), dotado de una voz grave, magnífica, que puso al servicio de los grandes de la pantalla: Charlton Heston, John Wayne, Burt Lancaster, Anthony Quinn… Era de Zamora y contaba ochenta y seis años.

Y también se nos ha ido, con escasas fechas de diferencia con Claudio Rodríguez, Matilde Vilariño. Madrileña, había cumplido hacía poco cien años. Poseía una voz dulce, aplicada a personajes infantiles. Perteneciente al cuadro de actores de Radio Madrid, la cadena Ser, popularizó en la década de los 50 el personaje de Periquín, el travieso de la serie Matilde, Perico y Periquín, que estuvo emitiéndose hasta que en 1971 murió Pedro Pablo Ayuso, el locutor que daba vida a Perico. Matilde Vilariño intervino en un montón de programas de esa cadena, desde obras clásicas en Teatro del Aire a Los Porretas y otros muchos.

La vocación artística de Matilde surgió siendo muy niña, pues con once años hizo un papelito en el teatro Español de Madrid en 1930. Nada menos que en la compañía de Margarita Xirgu, con la obra de García Lorca, La zapatera prodigiosa. También en su larga carrera, entre la radio, los escenarios y el doblaje en el cine, y la televisión, puso la voz a personajes de cuentos infantiles, como La ratita presumida y El sastrecillo valiente.

Para la pantalla su trabajo más recordado fue el de prestar asimismo su bella voz a varios actores infantiles, el primero Pablito Calvo, en Marcelino, pan y vino, y luego en Mi tío Jacinto y Un ángel pasó por Brooklyn. Hizo otro tanto con un jovencísimo Jaime Blanch en Jeromín, y Quique San Francisco, en Fin de semana.

Las nuevas generaciones identificarán mejor su voz prodigiosa en series como La abeja Maya, Vicky el vikingo, El bosque de Tallac, Los caballeros del zodíaco… Cuando por su edad hubo de jubilarse en Radio Madrid no dejó de trabajar. Encontró en el doblaje su medio para seguir en activo. Asi, por ejemplo, en Tarzán y su hijo.

Físicamente era menuda, tierna y cuando era necesario mostraba un carácter más enérgico. Se casó con un compañero de la radio, el técnico de sonido Arturo Calderón de la Barca. Fueron padres de varios hijos. Ya retirada por su avanzada edad en su domicilio de la calle de San Bernardo, conservaba su encantadora voz. Más de un taxista o transeúnte la reconocía escuchándola, como unos chavales que al cruzar unas frases con ella se despidieron así: "Tiene una voz de cuento".

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