La prospectiva es un apéndice menor del viejo positivismo galo para ocultar la realidad. Este "saber" menor, casi ideología, ha sido el pobre fundamento del Informe del gobierno de Sánchez sobre España en 2050. Todo en esas páginas suena a cosa rara. Vacía. Y, sin embargo, loable es para algunos el esfuerzo del Gobierno por conciliar sus "ideas" utópicas con las realidades, casi de cada día, que también incesantemente las desmienten. Para otros, entre los que incluyo a los votantes más inteligentes de los socialistas, ese afán gubernamental es detestable por falso e ideológico. No contiene ninguna idea genuina. Es una vulgar patraña. Algunos han llegado a decir que es un "insulto" para todos los españoles. Y, sin embargo, tengo la sensación de que pocos partidos políticos se librarían de esa horrible confusión entre lo que debe o debería ser y lo que es. Pocos políticos renunciarían fácilmente a ese sofisma, porque pocos están dispuestos a reconocer que todo deber ser no es y, por lo tanto, si no es, nada puede demostrar ni garantizar, por mucho que deba ser.
El informe prospectado por el gobierno de España para 2050 es algo más que propaganda dirigido a las masas. Se trata de una técnica depurada de autoengaño de corte comunista. Es un esfuerzo continuado por pensar al margen de la realidad. "El contenido de España 2050", según se dice en las primera páginas,
puede resumirse en tres grandes ideas: I/ España ha mejorado mucho en las últimas cuatro décadas de democracia. II España se enfrenta a desafíos severos, presentes y futuros. III. España puede superarlos y consolidarse como uno de los países más avanzados de Europa antes de mediados de siglo.
Dudo de que estas tres frases por separado contenga algún concepto digno de elevarse a rango universal.
Pero lo que no admite duda alguna es la falsedad de quien dice que estas "tres afirmaciones son empíricamente ciertas a la vez". Mentira. Y, por eso, todo el informe es una filfa. Nadie con dos dedos de frente puede respetar un informe de 676 páginas que afirma en su página 14: "Pensamos que estas tres afirmaciones son empíricamente ciertas a la vez y que cualquier estrategia deberá tenerlas en cuenta". Esto se llama "pensar fraseológico". Sólo hallará validez, o mejor, alguna utilidad quien previamente cree en esas frases. Otros más sutiles dirán que son seudorrealidades. Humo. Es utopismo de la peor calaña que, lejos de ajustarse a lo que son las cosas, impone y somete la realidad a la abstracción y el formalismo del poderoso: todos los españoles deberán creer que España en 2050 será uno de los países más avanzados del mundo. Bochornosa es la conclusión.
Da vergüenza tener que recordarle a estos malos propagandistas de la nada lo obvio. España en asuntos clave para la democracia está en grave retroceso, por ejemplo, las actuaciones del llamado Estado de Derecho a veces parece más un Estado que está antes al servicio del Gobierno que de los ciudadanos. La invasión de la privacidad y la restricción de las libertades individuales, de la genuina libertad, son una constante desde que llegara al poder Rodríguez Zapatero, pasando por Rajoy, hasta llegar a Sánchez, que ha hecho del ataque a la unidad nacional eje de su mandato. Sobra nombrar la cantidad de leyes aprobadas en el Parlamento para reprimir a los ciudadanos, incluso a la hora de reconstruir cada uno de nosotros, libre y parcialmente, el pasado de España. La infinidad de legislación solo parece tener un objetivo: prohibir libertades. El Estado de Alarma, sí, ha sido utilizado para desmontar las leyes fundamentales del sistema democrático. Bajo el ropaje de la democracia se encubre un sistema represivo de carácter dictatorial. En España funciona a pleno rendimiento la democradura.
La segunda frase del Informe es un falacia al dejar de reconocer, como se demuestra a lo largo de todas sus páginas, los dos grandes peligros a los que se enfrenta España. En primer lugar, asistimos a la desaparición de la nación española, fundamento primero y último de la democracia. El triunfo del golpismo catalán, más protegido hoy que ayer por el gobierno de Sánchez, junto con el acercamiento de terroristas a las cárceles vascas, son exponentes centrales del peligro de la desaparición de la unidad de España. O sea, el gobierno de Sánchez, mezcla de socialistas, comunistas y separatistas, es el segundo peligro más grave al que se enfrenta la nación, que por motivos evidentes no puede reconocer un documento con menos credibilidad que una echadora de cartas. Las profecías y las promesas incumplidas no merecen mayor consideración, es decir, ninguna; sólo si acaso, la risa, puesto que nada garantiza que se cumplirán. Y si alguna vez se cumplen, nada, tampoco, puede demostrar que no ha sido por casualidad.